Viaje a Feralas

Askel se levantó temprano aquella mañana. No era su costumbre, desde luego. Pero la juerga de la noche anterior y sobre todo el exceso de vino le habían hecho levantarse a primera hora a solucionar ese pequeño problema de sobrehidratación.

Cuando vio la carta le echó un vistazo con aire desganado.

- "Boh, parece que el viejo ya se quiere jubilar. A lo mejor la maciza esa de su novia le da demasiada caña" - Rió entre dientes mientras se dirigía a la habitación. No quería que nadie le despertara hasta la hora de comer

Nay detuvo la moto en lo alto de la colina, desde ahi se veia perfectamente a lo lejos la figura marchandose a lo lejos.
"cuidate" le dijo.- *Nay esbozo una media sonrisa*
-Deberias preocuparte mas por ti, las causas perdidas no son una buena batalla a librar...
Tenia la cara marcada por el cansacio.
Se sento en el suelo, con la espalda apoyada en su moto. Viendo como partia...
- Vuelve pronto Sayax...Vuelve...pronto, se quedo dormida justo cuando en el horizonte no quedaba nada mas que el sol escondiendose tras el mar infinito.

A primera hora de la mañana Ikis salió de sus aposentos, con el paso lento y silencioso para no despertar a nadie se dirigió a la habitación de Näyade pues tenía que discutir, de nuevo, sobre unos asuntos de gran importancia para la elfa, llamó a la puerta con los nudillos....nadie contestó....volvió a llamar y siguió sin haber respuesta.

Al ver que nadie respondía intentó abrir la puerta y para su sorpresa, la puerta no estaba cerrada con llave o pestillo... Entró en la habitación de con paso tembloroso, miró a su alrededor pero no había nadie, dandose la media vuelta para marcharse vió algo que le llamó la antención, una carta... La curiosidad y una preocupación por su Capitana hizo que ojeara la carta.

¿Sayax de vacaciones? Que raro - susurró para si la elfa - Bueno, asi tengo tiempo para pensar en algo nuevo y hacerle creer que está loco - esbozó una sonrisa picaresca -

Dejando la carta donde se encontraba, se marchó de la habitación de Näyade preguntandose donde podría estar y por qué motivo no había dormido esa noche en sus aposentos

Alëyah salió del bastión de El Pacto a paso lento con su Tabulk. Se dirigía a a su pequeño y poco lustroso apartamento en Lunargenta al que llamaba hogar, aunque cualquiera que la hubiera visto habría pensado que no tenia rumbo ni destino.

Los árboles y la hierba fresca pasaban en frente de su mirada perdida y se quedaban atrás, una y otra vez. La elfa sostenía entre sus manos, sin fuerza, una carta que ésa misma mañana había encontrado en el despacho de su capitana. Las palabras allí escritas la habian dejado sin fuerza, y por su cabeza se cruzaban mil y un pensamientos, mil y una dudas y sobre todo, inseguridad.

El bosque se tornó más verde y el sol alumbraba con fuerza, a medida que avanzaba su Tabulk se percató de que ya estaba cerca de su ciudad. Pero los colores vivos y la alegria del cantar de los pajarillos no calmaban su corazón, todo parecía frío en su interior. Recorrió la pasarela de la entrada de la ciudad haciendo caso omiso a las preciosas flores y al saludo de los guardías, poco le importaba lo que pasara a su alrededor.

En su mente solo resonaba una pregunta…. << ¿Por qué? >>

Su montura se aturó al fin, y echó cuenta de que el trayecto se había acabado, así que desmontó de la criatura y con paso dubitatibo entro en su guarida. Todo parecía más oscuro que de costumbre, más… vacío.

Fue entonces cuando se derrumbó, las lágrimas empezaron a brotar en sus ojos y la ansiedad la abrazó con fuerza, echó un vistazo a su alrededor y subiéndose a unas cajas, se desplomó en el rincón más oscuro de la casa.


Allí estaba sentada, abrazando sus rodillas con la cabeza baja, llorando en silencio… muchos recuerdos volvieron a ella, pues estaba reviviendo una situación demasiado frecuente en su pasado, aunque ésta vez los motivos eran muy distintos. Intentó secarse las lágrimas con los puños de su camisa ( aunque valió de muy poco ) y agarró de nuevo la carta, releyendo cada una de las palabras allí marcadas. Estaba agotada, el trabajo duro en el que se escudaba hacía mella en la elfa, podría disimular su inseguridad y su miedo ante los demás, pero no las ojeras cada vez más evidentes y el aspecto demacrado que sus pesadillas le causaban.

<< ¿Acaso le he fallado…? Será por eso que se va… sin ni siquiera un adiós…>>

Alëyah cierra los ojos y de ellos caen más lagrimas con fuerza, recorriendo sus mejillas y posandose en sus labios.

<< ¿Por qué?... ¿Por qué me abandona así?.. >>

<< Acaso todo lo que hemos pasado juntos.. no ha tenido sentido? Tan espontáneos son sus sentimientos que decide prescindir de mi con ésta facilidad?...
Tanto luchamos contra todos... y para qué? Para... irse de repente? Para huir de mi como un cobarde?...>>

Bigotitos la miró curioso, esperando un abrazo o una palabra amable, pero no se movió.

La rabia y el dolor se apoderaron de ella, quería gritar, quería destrozarlo todo y llorar desesperada, pero un ruido de pasos la detuvo.
Una silueta asomó en la puerta, ella se asustó y se quedo quieta, en ese rincón oculto.

Y allí estaba, Sayax entró con tranquilidad en la casa, sin mirar si quiera los laterales. Se acercó a bigotitos y le rascó la cabecita con cariño, sin percatarse de su presencia.
Ella le miró sorprendida desde su posición, su asombro la dejó muda unos instantes… pero pronto el silencio se rompería.

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FIN! XD

Sayax acariciaba cariñoso a Bigotitos cuado de repente escuchó como una voz conocida y temblororsa pronunciaba su nombre, era la voz de Aleyah. Este se giró sobresaltado, pues no esperaba encontrarla allí.

Mientras Aleyah preguntaba a Sayax sobre la carta, la ausencia que suponia el viaje y la cobardia que mostraba al irse sin despedirse de ella este la miraba con miedo y confuso... no podia decirla la verdad pero tampoco podia engañarla así que el silencio se apoderó de el, solo supo responder brevemente diciendola que lo sentia, que no le ocurria nada con ella y que tan solo queria viajar para organizarse.

La elfa, alterada e insegura ante todo lo que estaba sucediendo, rompió con el silencio de el Intercambio Real elevando su voz y mirándole con rabia mientras aún pequeñas lágrimas recorrian sus mejillas, incredula de lo que Sayax la estaba contando fuese verdad...
"¿Porque entonces no me dijiste que te acompañará Sayax?"

Esta pregunta hizo cambiar el rostro de el jovén pícaro, el iba a superar sus temores a Feralas pero no pensó que pondría ir con ella. Se quedó pensativo ¿que la podria decir? ¿que es un desastre?, ¿que tal vez los sitios que recorriese el a ella no le fueran de su agrado? ¿ o que queria ver si seria capaz de llevar acabo lo que queria? ... en realidad ni el sabia porque no la habia dicho que le acompañase, optó por decirla que estos días trabajaba mucho y que su trabajo era muy importante pues tiene en sus manos a diario la vida de los demás.
Entre silencios, intercambios de miradas y caricias Sayax la ofreció acompañarle, estaba seguro que junto a ella seria afable.

Esta le miró sorprendida, no esperaba que le fuera a ofrecer viajar con el, en ese momento miles de preguntas y dudas pasaron por la cabeza de Aleyah (" Y si no me lo dijo porque prefiere ir solo ?, Claro que no me vendría mal un descanso después de esforzarme tanto ... ¿ Y si en lugar de ayudarle... entorpezco su camino? ¿ que hago ?).

- " Contigo me organizaría mejor, Ale... confia en mí y vayamos juntos, no sé como no he podido pensarlo antes pero.. seria genial que vinieras, estoy seguro de que me ayudarias mucho ^^"
* La elfa esbozó una sonrisa, involuntariamente, y dió un suspiro de alivio que apaciguó la angustia de su corazón*
- " Esta bien Say... iré contigo... pero prométeme que no piensas que puedo enturbiar todo eso que quieres hacer, yo no quiero ser un estorbo " contestó Aleyah insegura ante tal decisión hasta que la reacción de Sayax abrazándola alegre la hizo restar importancia al asunto.

Apartir de ese momento la pareja empezó a preparar todo lo necesario para el viaje, Aleyah buscaba togas apropiadas y Sayax llenaba su mochila de objetos y libros recogidos de la biblioteca de Shattrath para estudiar y llevar acabo el trato con Nayade.

La noche era tranquila, Feralas permanecía en silencio una vez más, la hierba fresca y las hojas de los árboles llevaban al pequeño campamento la brisa de la madrugada, que se hacía más inminente a medida que pasaban los minutos.

Fuera de la tienda, la hoguera seguía ardiendo, consumiendo los restos de leña que había perdurado toda la noche. Las cenizas se avivaban cada vez que el viento susurraba un ligero soplo. No hacía frío, Feralas no es un lugar ni mucho menos gelido, pero llegaba el frescor de las altas horas.

El suave y calmado sonido del agua iba reclamando poco a poco protagonismo, ocultando el ulular de los búhos y el cric-cric de los grillos y otros animales… En medio de esa competencia de sonidos imperaba uno: Los ronquidos de Bigotitos.
El osezno, cada vez más gordo dormía a pierna suelta en la entrada de la tienda, espachurrado a los pies de los dos elfos. Su barriga se hinchaba y hendía como el vaivén del agua del cristalino lago.

Esa noche, Ale se había dormido en un abrir y cerrar de ojos, el sobreesfuerzo la superaba y cayó rendida nada más tumbarse entre las mantas, arropada por Sayax y protegida entre sus brazos, sintiéndose segura y a cobijo por el calor del elfo.
Pero la plácida noche se prolongó igual que las anteriores, en cuanto la consciencia de la sacerdotisa se avivó inconscientemente, volvió la Pesadilla.
Ésta vez no era Jara, ni el orfanato estaba ardiendo… pues.. quizás fueron delirios, pero el pequeño ogro estaba a salvo, y el orfanato de Nagrand, seguía sumido en la misma tranquilidad que le caracterizaba y los huérfanos permanecían a los cuidados de la Troll.

Fue quizás… una premonición? Quién sabe la respuesta…

La elfa entro en trance, la dimensión oscura entro de nuevo en su mente y volvió a teñir sus sueños de negro. A lo lejos, se discernían dos siluetas y el silencio, se rompió con unas risas burlonas.

Aleyah tensó todos los músculos de su cuerpo, su rostro reflejo un esfuerzo, librando una batalla en su interior.

Una de las siluetas habló.

<< ¿Sigues buscando lo que nunca encontraste…? >>

<< Pobre ilusa …>> dijo la otra entre risas.

Su cuerpo se acurrucó y ella se sacudió ligeramente, sobresaltada.

<< Por qué te esfuerzas…? No vale la pena… no podrás escapar … jamás…>>

Una tercera sombra apareció en un lateral tornando la imagen más oscura que antes., y habló.

<< Cuándo aprenderás, mocosa? >>

Una luz blanca ocupó la mente de aleyah, la luz era tan fuerte que no podía distinguir nada más que el inmenso resplandor que desprendía.
De pronto la imagen se fue aclarando y aparecieron cinco cadáveres amontonados. La piel de éstos estaba oscura y amoratada por los golpes podían verse rastros de sangre y de cortes.
La elfa sacudió su cuerpo una vez más, horrorizada, aun inmersa en el sueño.

<< ¿Acaso crees que podrás salvarles?>> dijo el tercero entre una sonrisa malévola.
<< No seas estúpida.. ni si quiera tu puedes escapar de mí… >>

Aleyah estaba fría como el hielo y el ambiente se había vuelto demasiado denso, su respiración cada vez se aceleraba más mientras luchaba inconscientemente para salir de ésa locura.

…. Porqué no me dejan en paz..?...

Las sombras volieron a ocupar su mente y dieron un paso al frente. De repente por su cabeza se proyectarón una cadena de imágenes escabrosas y ella sollozó del dolor. Su cuerpo se movía, solo quería escapar, huir de ese mundo de sombras, sentía como se corrompía por dentro.
En ése momento su fe despareció, la luz quedaba muy lejos ya y estaba allí completamente sola, sola frente a su peor pesadilla, frente al dolor y frente a los recuerdos, frente a la situación de no poder olvidar… de no poder afrontar su pasado.

Sintió como alguien desgarraba sus ropas, miles de manos se apoderaron de ella y empezaban a golpearla, la agarraban de la cabeza y la tiraban al suelo, sintió cómo una lluvia de patadas desgarraban su espalda y unos ojos malignos la miraban con ansia .Una media sonrisa se esbozaba en ese rostro a cada uno de sus gritos.

Era lo unico que podia hacer… gritar, llorar, suplicar…

En el campamento. su cuerpo volvió a sobresaltarse y un grito rompió el crujir de los árboles y el sonido del agua.
El grito de horror quebró la tranquilidad del bosque.

Aleyah se incorporó de un respingo y abrió los ojos incrédula, sin aun diferenciar la realidad del sueño, estaba bañada en sudores y su respiración no podía ser más inestable. El osezno se había acercado a ella y la miraba atentamente. Los primeros rayos de sol asomaban por la copa de los árboles y el holor a madera quemada la tranquilizó, estaba a salvo...

<< Otra vez… >> - pensó. Intentó secar el sudor de su rostro con las manos y tranquilizarse. Por qué las cosas tenían que ser así? Porqué no podía librarse de ésos horribles sueños? Acaso alguien estaba detrás de todo eso?

Resignada, se giró. En su interior estaba rezando por no haber despertado también a Sayax.
El pícaro permanecía en la cama estirado, Aleyah sintió alivio pero sólo por un instante.
Los ojos de él estaban cerrados, pero no respiraba fuerte, ni tenia la boca abierta.

<< Me habrá oído?... >>

Al no ver ningún movimiento y no obtener respuesta a ninguna de sus preguntas interiores, la elfa decidió eludir lo ocurrido una vez más. Se estiró con cuidado, evitando el más mínimo ruido. Sabía que no podría conciliar el sueño de nuevo, pero eso no la preocupaba.
Se arropó en silencio y se abrazó a Sayax. Lo único que podía hacer ahora era olvidar…