Rescate en Stratholme
3 participantes
Página 1 de 1.
Rescate en Stratholme
Capítulo 1
Ha pasado algún tiempo desde que nuestra región, y nuestra querida Lunargenta, fué marcada por la tragedia y la desolación. Y para recordarlo, Arthas nos dejó una cicatriz que no borrará nunca de nuestra tierra, ni tampoco de nuestros corazones.
Muchos se preguntaban, ¿cual era el propósito de ese ataque? ¿por qué Arthas fue corrompido? y sobretodo ¿para qué querian usar el pozo del sol?
Kael'thas antes de su partida a Terallende, quiso contar a los supervivientes por qué Arthas destruyó nuestra fuente de magia.
Bajo las órdenes del Rey Lich, quiso que se resucitara al nigromante muerto, Kel'thuzad, revindicando más su poder, y el pozo del sol, era un poder tan grande en el que su propósito se veria realizado al usarse. Dando ánimo a nuestro pueblo, Kael'thas prometió una nueva fuente de magia partiendo hacia Terrallende donde por entonces, no sabiamos exactamente cómo pretendía encontrarla.
Kel'thuzad fue otorgado con un nuevo poder mayor que el que tenia antes. Levantando para sí su propio bastión, en la región de las tierras de la peste. Una ciudad repleto de un ejército de no-muertos, caballeros oscuros y seres putrefactos donde cada vez su poder va creciendo a pasos agigantados. Su señor, Arthas, después de fusionarse con el Rey Lich para tener su poder, en el trono de hielo, aún tenia un propósito para Kel'thuzad, y muy pronto lo llevará a cabo. Las estaciones habian pasado como si hojas de libro se pasaran desde entonces.
Los Alba Argenta, una hermandad compuesta de toda raza, unidos por una sola causa, luchan sin descanso para que la peste no se esparza hacia el sur. La lucha era constante y sin descanso, movidos para que tanto la Horda como la Alianza, dejaran sus diferencias y lucharan por lo que les unia, no dejar que la peste llegara a sus ciudades y poblados.
Un buen dia, notaron que el cielo se oscurecía más de lo normal, miraron hacia el oeste viendo como la ciudad flotante de Naxxramas emitia una luz verdosa que sucumbia como rayo hacia el cielo abriendo un agujero entre las nubes que se arremolinaban en esa luz tenebrosa. La tierra comenzaba a temblar, en la capilla, la campana sonaba ante el temblor. La pared se desquebrajaba. Todos salieron fuera para ver el fenómeno que se estaba produciendo. De repente, la tierra dejó de temblar, un silencio sepulcral invadió durante unos segundos. El rayo iba desapareciendo hasta dejar de emitir esa luz.
Eligor, el Comandante de los Alba Argenta tuvo un mal presentimiento, algo terrible estaba apunto de pasar, necesitaban saber, no podian quedarse de brazos cruzados. Pero son tan pocos.. ¿cómo podrian enfrentarse ante el poder de Kel'thuzad, la mano derecha de Arthas?
Un explorador pícaro Sin'dorei, al haber visto el fenómeno cabalgó hasta la Capilla de la Luz y se presentó como voluntario para poder investigar.
-No seas necio, ¿cómo vas a entrar ahi tú solo? ¿¡Te has vuelto loco!? -espetó el comandante.
-Mi señor, si vamos un grupo de soldados hacia allá es evidente que no nos van a decir por las buenas que sucede. Y creo que sé quien podria saber lo que ha pasado.
-El Baron Rivendare... -murmuró el Eligor bajando la mirada pensativo sabiendo a qué se referia el explorador.
-Estoy seguro que debe haber algún movimiento ordenado. Iré sigilosamente, nadie me verá, os lo prometo. Solo necesitamos saber a qué nos atenemos.
El Comandante no parecía muy convencido, pero al final razonó y asintió.
-Esta bien... ve hacia la ciudad maldita de Stratholme.. pero.. Te pido que seas cauteloso. Ten mucho cuidado. Que la luz te proteja.
-Así lo haré. -sonríó el Sin'dorei haciendo una reverencia. Montó a caballo y se marchó a galope hacia el oeste.
[i]La penumbra reinaba en toda la zona. Los árboles se balanceaban debido a los pronunciados vientos procedentes del norte, acompañados de una profunda olor a descomposición, aquello era una tierra muerta…olvidada, una tierra que carecía de vida.
El silencio era sustituido por el trotar de un corcel, el animal se movía rápido por aquellas tierras, tan rápido como sus fuertes extremidades le permitían. Sobre el había un elfo, sus cabellos plateados se ondulaban junto con la sombría brisa, vestía oscuros ropajes y dos espadas curvas se sujetaban fuertemente a su espalda.
La noche deshizo la escasa luz que se apreciaba a simple vista, aunque las densas nubes marrones que cubrían el cielo no permitían que esta se apreciara demasiado.
El joven elfo llego a lo que parecía ser una entrada, dos blandones de la plaga se encontraban a ambos laterales de la puerta. Desmontó de su caballo y anduvo por el extraño bosque. La tierra se tornaba púrpura dejando su antiguo tono marrón atrás, grandes setas corroídas se levantaban donde antaño habría árboles, restos de casas se encontraban entre el lúgubre bosque, pero lo mas inquietante eran continuos ruidos que le hacían tomar posición de defensa, pero no ocurría nada. El bosque estaba sumido en un profundo silencio que solo era interrumpido por algún crujido de un árbol o ramita seca. Finalmente observó lo que estaba buscando, delante de el, precedido de un ancho puente de piedra se hallaba una gran fachada, con dos grandes puertas dispuestas a ambos lados.
El silencio se había retirado para dar paso a un sonido semejante al crepitar del fuego, un fuego que ardería eternamente tras las murallas de aquella ciudad, la ciudad que durante ya casi 2 años había estado en llamas y bajo el control de la Plaga… la ciudad de Stratholme.
El joven elfo respiró profundamente, desde la capilla no se había encontrado con ningún no-muerto aquello… no era normal, se repetía muchas veces para si mismo que no significaba nada bueno. Finalmente empuñó sus dos hojas y se dispuso a entrar.
Ha pasado algún tiempo desde que nuestra región, y nuestra querida Lunargenta, fué marcada por la tragedia y la desolación. Y para recordarlo, Arthas nos dejó una cicatriz que no borrará nunca de nuestra tierra, ni tampoco de nuestros corazones.
Muchos se preguntaban, ¿cual era el propósito de ese ataque? ¿por qué Arthas fue corrompido? y sobretodo ¿para qué querian usar el pozo del sol?
Kael'thas antes de su partida a Terallende, quiso contar a los supervivientes por qué Arthas destruyó nuestra fuente de magia.
Bajo las órdenes del Rey Lich, quiso que se resucitara al nigromante muerto, Kel'thuzad, revindicando más su poder, y el pozo del sol, era un poder tan grande en el que su propósito se veria realizado al usarse. Dando ánimo a nuestro pueblo, Kael'thas prometió una nueva fuente de magia partiendo hacia Terrallende donde por entonces, no sabiamos exactamente cómo pretendía encontrarla.
Kel'thuzad fue otorgado con un nuevo poder mayor que el que tenia antes. Levantando para sí su propio bastión, en la región de las tierras de la peste. Una ciudad repleto de un ejército de no-muertos, caballeros oscuros y seres putrefactos donde cada vez su poder va creciendo a pasos agigantados. Su señor, Arthas, después de fusionarse con el Rey Lich para tener su poder, en el trono de hielo, aún tenia un propósito para Kel'thuzad, y muy pronto lo llevará a cabo. Las estaciones habian pasado como si hojas de libro se pasaran desde entonces.
Los Alba Argenta, una hermandad compuesta de toda raza, unidos por una sola causa, luchan sin descanso para que la peste no se esparza hacia el sur. La lucha era constante y sin descanso, movidos para que tanto la Horda como la Alianza, dejaran sus diferencias y lucharan por lo que les unia, no dejar que la peste llegara a sus ciudades y poblados.
Un buen dia, notaron que el cielo se oscurecía más de lo normal, miraron hacia el oeste viendo como la ciudad flotante de Naxxramas emitia una luz verdosa que sucumbia como rayo hacia el cielo abriendo un agujero entre las nubes que se arremolinaban en esa luz tenebrosa. La tierra comenzaba a temblar, en la capilla, la campana sonaba ante el temblor. La pared se desquebrajaba. Todos salieron fuera para ver el fenómeno que se estaba produciendo. De repente, la tierra dejó de temblar, un silencio sepulcral invadió durante unos segundos. El rayo iba desapareciendo hasta dejar de emitir esa luz.
Eligor, el Comandante de los Alba Argenta tuvo un mal presentimiento, algo terrible estaba apunto de pasar, necesitaban saber, no podian quedarse de brazos cruzados. Pero son tan pocos.. ¿cómo podrian enfrentarse ante el poder de Kel'thuzad, la mano derecha de Arthas?
Un explorador pícaro Sin'dorei, al haber visto el fenómeno cabalgó hasta la Capilla de la Luz y se presentó como voluntario para poder investigar.
-No seas necio, ¿cómo vas a entrar ahi tú solo? ¿¡Te has vuelto loco!? -espetó el comandante.
-Mi señor, si vamos un grupo de soldados hacia allá es evidente que no nos van a decir por las buenas que sucede. Y creo que sé quien podria saber lo que ha pasado.
-El Baron Rivendare... -murmuró el Eligor bajando la mirada pensativo sabiendo a qué se referia el explorador.
-Estoy seguro que debe haber algún movimiento ordenado. Iré sigilosamente, nadie me verá, os lo prometo. Solo necesitamos saber a qué nos atenemos.
El Comandante no parecía muy convencido, pero al final razonó y asintió.
-Esta bien... ve hacia la ciudad maldita de Stratholme.. pero.. Te pido que seas cauteloso. Ten mucho cuidado. Que la luz te proteja.
-Así lo haré. -sonríó el Sin'dorei haciendo una reverencia. Montó a caballo y se marchó a galope hacia el oeste.
[i]La penumbra reinaba en toda la zona. Los árboles se balanceaban debido a los pronunciados vientos procedentes del norte, acompañados de una profunda olor a descomposición, aquello era una tierra muerta…olvidada, una tierra que carecía de vida.
El silencio era sustituido por el trotar de un corcel, el animal se movía rápido por aquellas tierras, tan rápido como sus fuertes extremidades le permitían. Sobre el había un elfo, sus cabellos plateados se ondulaban junto con la sombría brisa, vestía oscuros ropajes y dos espadas curvas se sujetaban fuertemente a su espalda.
La noche deshizo la escasa luz que se apreciaba a simple vista, aunque las densas nubes marrones que cubrían el cielo no permitían que esta se apreciara demasiado.
El joven elfo llego a lo que parecía ser una entrada, dos blandones de la plaga se encontraban a ambos laterales de la puerta. Desmontó de su caballo y anduvo por el extraño bosque. La tierra se tornaba púrpura dejando su antiguo tono marrón atrás, grandes setas corroídas se levantaban donde antaño habría árboles, restos de casas se encontraban entre el lúgubre bosque, pero lo mas inquietante eran continuos ruidos que le hacían tomar posición de defensa, pero no ocurría nada. El bosque estaba sumido en un profundo silencio que solo era interrumpido por algún crujido de un árbol o ramita seca. Finalmente observó lo que estaba buscando, delante de el, precedido de un ancho puente de piedra se hallaba una gran fachada, con dos grandes puertas dispuestas a ambos lados.
El silencio se había retirado para dar paso a un sonido semejante al crepitar del fuego, un fuego que ardería eternamente tras las murallas de aquella ciudad, la ciudad que durante ya casi 2 años había estado en llamas y bajo el control de la Plaga… la ciudad de Stratholme.
El joven elfo respiró profundamente, desde la capilla no se había encontrado con ningún no-muerto aquello… no era normal, se repetía muchas veces para si mismo que no significaba nada bueno. Finalmente empuñó sus dos hojas y se dispuso a entrar.
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
Stratholme
La ciudad no daba signos de vida, el fuego se mostraba por todas partes como si fuera el propio dueño de la ciudad. El joven elfo avanzaba cautelosamente por las atormentadas calles, echando algún que otro vistazo en las casas que no hallaban consumidas por las llamas. Finalmente llegó a la plaza central, tras esta se encontraba el Degolladero, hogar del oscuro señor de Stratholme. El sigiloso espía avanzó con cautela hasta conseguir ver la gran plaza…
Sus ojos se abrieron de golpe y un escalofrío le recorrió la espalda de forma intuitiva, allí , en el centro de la plaza, se hallaban aglomerados cientos y cientos de no-muertos. Las filas de la plaga estaban formadas de necrófagos, nigromantes, banshees, nerubians y esqueletos vivientes. Todos se movían como entusiasmados por algo y aclamaban cosas que el elfo no llegaba a comprender… finalmente todos se acallaron y un silencio profundo inundó la zona, el sigiloso elfo tuvo que contener la respiración para no producir un sonido que pudiera delatarle, con aquel silencio hasta sus latidos podían apreciarse. La puerta del degolladero se abrió y de ella surgió un hombre, o al menos lo parecía, vestía una armadura blanca como el tono de su piel, exceptuando algunas partes de un intento color azul marino y sostenía con su mano derecha una espada rúnica, aquella figura rápidamente inspiró temor al elfo
< Un caballero de la muerte > pensó intuitivamente , apretó su arma con fuerza conteniendo las ganas de atacar, aquel hombre le producía recuerdos desagradables…
El caballero , armado y montado sobre un corcel esquelético finalmente levantó su arma y comenzó a hablar:
-Hermanos…- su vos era etérea, como si careciera de vida, oscura y confiada- finalmente nuestros planes podrán realizarse… ¡Hoy es el día!
Numerosos alaridos y ánimos se escucharon a lo largo y ancho de la sala, cuando estos cesaron el caballero volvió a levantar la voz
-Pronto el poder de nuestro señor estará completo y nuestras fuerzas se expandirán… pronto, muy pronto… y por fin este mísero mundo será… ¡Nuestro!
Nuevamente los no-muertos volvieron a levantar sus armas y aclamar al extraño jinete, el elfo tensó su mirada, trataba de verle bien la cara. El caballero tenía los cabellos blancos y una densa oscuridad invadía sus ojos.
El elfo retrocedió unos pasos asegurándose. Ya había obtenido algo y, por el silencio que nuevamente empezaba a formarse, pensó que el discurso se había acabado. Pronto todas esas fuerzas se disolverían y todo se llenaría nuevamente de no-muertos… debía huir. Al girarse tanto su mirada como su cuerpo se paralizaron… ante el se encontraba uno de los llamados “Ojos de Naxxaramas” , seres etéreos y oscuros como sombras que vigilaban aquellas tierras, lo que un ojo ve… también lo ve el fiel siervo del rey lich.
-¡INTRUSOS!-gritó la sombra cuando el joven elfo trató de moverse lo mas mínimo
Sus pies reaccionaron de forma inmediata, golpes y gritos a su espalda hacía saber que todas las criaturas le perseguían o buscaban. Una sensación de terror le invadió cuando una garra le atrapó por la espalda y lo elevó unos metros del suelo, soltándole unos instantes después y cayendo en plancha contra el suelo. Todo el cuerpo le dolía y cuando pudo abrir con dificultad uno de sus brillantes ojos puedo ver patas, y extremidades a su alrededor, unas eran las de un corcel… ese corcel
-Visitas inesperadas… - aquella voz le era altamente familiar, sin duda era la del extraño jinete.
El elfo notó como algo le cogía de la espalda y lo levantaba lentamente… tras esto su vista se volvió oscura y nublada y muchos mareos le hicieron entrever que estaba perdiendo el conocimiento. Finalmente no se escuchó nada y una absoluta tiniebla le rodeó.[/i]
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Pasaron varios dias. El pícaro no regresaba y los Alba Argenta empezaron a preocuparse.
Dos dias más tarde, una Sin'dorei cabalgaba por las tierras de la peste hacia la Capilla de la Luz, entregaba una misión encomendada por los Alba Argenta en el cual les ayudaba contra esa lucha sin descanso, tiró de las riendas de su zancudo llamado Fénix y bajó de su montura. Al ver que habia una reunión importante en la Capilla no quiso entrar. Se quedó en el umbral de la puerta, pero su presencia no pasó desapercibida.
-Lady Presea.., por favor, no os quedeis en el umbral, os ruego que entreis, necesitamos no solo vuestra ayuda, si no toda la ayuda posible que encontreis. -dijo el comandante algo alarmado.
-Me estais preocupando, ¿qué ha ocurrido?
-Enviamos hace unos dias a un explorador en la ciudad Stratholme. Notamos que algo no iba bien, como si la oscuridad fuera aun más poderosa, y ahogara la luz de un modo descomunal. -El comandante le explicó del fenómeno paranormal que vieron en el cielo, todo lo relacionado a ese dia y la desaparición del pícaro.- Dudo mucho que siga con vida, pero tengo la esperanza de que no todo está perdido para ese elfo.
-Entonces las sospechas de Dalaran eran ciertas... -dijo Presea pensativa.
Eligor miro a la elfa extrañado sin comprender.
-¿A qué os referis?
- No estoy segura.. algo me mencionó mi maestro sobre un poder que se está otorgando en Kel'thuzad, pero que no tienen una información definida sobre ese suceso.
El comandante se quedo pensativo.
-Hacia tiempo que no veiamos un fenómeno así en esa ciudad maldita... ¿qué estarán tramando?
-No lo se... -dijo Presea inquieta- Pero estoy segura que no puede ser nada bueno.. tengo un mal presentimiento. Por lo pronto, iré con algunos para intentar rescatar al explorador entrando en Stratholme. Si sigue vivo, lo sabremos.
El humano asintió y la elfa salió de la capilla.
La ciudad no daba signos de vida, el fuego se mostraba por todas partes como si fuera el propio dueño de la ciudad. El joven elfo avanzaba cautelosamente por las atormentadas calles, echando algún que otro vistazo en las casas que no hallaban consumidas por las llamas. Finalmente llegó a la plaza central, tras esta se encontraba el Degolladero, hogar del oscuro señor de Stratholme. El sigiloso espía avanzó con cautela hasta conseguir ver la gran plaza…
Sus ojos se abrieron de golpe y un escalofrío le recorrió la espalda de forma intuitiva, allí , en el centro de la plaza, se hallaban aglomerados cientos y cientos de no-muertos. Las filas de la plaga estaban formadas de necrófagos, nigromantes, banshees, nerubians y esqueletos vivientes. Todos se movían como entusiasmados por algo y aclamaban cosas que el elfo no llegaba a comprender… finalmente todos se acallaron y un silencio profundo inundó la zona, el sigiloso elfo tuvo que contener la respiración para no producir un sonido que pudiera delatarle, con aquel silencio hasta sus latidos podían apreciarse. La puerta del degolladero se abrió y de ella surgió un hombre, o al menos lo parecía, vestía una armadura blanca como el tono de su piel, exceptuando algunas partes de un intento color azul marino y sostenía con su mano derecha una espada rúnica, aquella figura rápidamente inspiró temor al elfo
< Un caballero de la muerte > pensó intuitivamente , apretó su arma con fuerza conteniendo las ganas de atacar, aquel hombre le producía recuerdos desagradables…
El caballero , armado y montado sobre un corcel esquelético finalmente levantó su arma y comenzó a hablar:
-Hermanos…- su vos era etérea, como si careciera de vida, oscura y confiada- finalmente nuestros planes podrán realizarse… ¡Hoy es el día!
Numerosos alaridos y ánimos se escucharon a lo largo y ancho de la sala, cuando estos cesaron el caballero volvió a levantar la voz
-Pronto el poder de nuestro señor estará completo y nuestras fuerzas se expandirán… pronto, muy pronto… y por fin este mísero mundo será… ¡Nuestro!
Nuevamente los no-muertos volvieron a levantar sus armas y aclamar al extraño jinete, el elfo tensó su mirada, trataba de verle bien la cara. El caballero tenía los cabellos blancos y una densa oscuridad invadía sus ojos.
El elfo retrocedió unos pasos asegurándose. Ya había obtenido algo y, por el silencio que nuevamente empezaba a formarse, pensó que el discurso se había acabado. Pronto todas esas fuerzas se disolverían y todo se llenaría nuevamente de no-muertos… debía huir. Al girarse tanto su mirada como su cuerpo se paralizaron… ante el se encontraba uno de los llamados “Ojos de Naxxaramas” , seres etéreos y oscuros como sombras que vigilaban aquellas tierras, lo que un ojo ve… también lo ve el fiel siervo del rey lich.
-¡INTRUSOS!-gritó la sombra cuando el joven elfo trató de moverse lo mas mínimo
Sus pies reaccionaron de forma inmediata, golpes y gritos a su espalda hacía saber que todas las criaturas le perseguían o buscaban. Una sensación de terror le invadió cuando una garra le atrapó por la espalda y lo elevó unos metros del suelo, soltándole unos instantes después y cayendo en plancha contra el suelo. Todo el cuerpo le dolía y cuando pudo abrir con dificultad uno de sus brillantes ojos puedo ver patas, y extremidades a su alrededor, unas eran las de un corcel… ese corcel
-Visitas inesperadas… - aquella voz le era altamente familiar, sin duda era la del extraño jinete.
El elfo notó como algo le cogía de la espalda y lo levantaba lentamente… tras esto su vista se volvió oscura y nublada y muchos mareos le hicieron entrever que estaba perdiendo el conocimiento. Finalmente no se escuchó nada y una absoluta tiniebla le rodeó.[/i]
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Pasaron varios dias. El pícaro no regresaba y los Alba Argenta empezaron a preocuparse.
Dos dias más tarde, una Sin'dorei cabalgaba por las tierras de la peste hacia la Capilla de la Luz, entregaba una misión encomendada por los Alba Argenta en el cual les ayudaba contra esa lucha sin descanso, tiró de las riendas de su zancudo llamado Fénix y bajó de su montura. Al ver que habia una reunión importante en la Capilla no quiso entrar. Se quedó en el umbral de la puerta, pero su presencia no pasó desapercibida.
-Lady Presea.., por favor, no os quedeis en el umbral, os ruego que entreis, necesitamos no solo vuestra ayuda, si no toda la ayuda posible que encontreis. -dijo el comandante algo alarmado.
-Me estais preocupando, ¿qué ha ocurrido?
-Enviamos hace unos dias a un explorador en la ciudad Stratholme. Notamos que algo no iba bien, como si la oscuridad fuera aun más poderosa, y ahogara la luz de un modo descomunal. -El comandante le explicó del fenómeno paranormal que vieron en el cielo, todo lo relacionado a ese dia y la desaparición del pícaro.- Dudo mucho que siga con vida, pero tengo la esperanza de que no todo está perdido para ese elfo.
-Entonces las sospechas de Dalaran eran ciertas... -dijo Presea pensativa.
Eligor miro a la elfa extrañado sin comprender.
-¿A qué os referis?
- No estoy segura.. algo me mencionó mi maestro sobre un poder que se está otorgando en Kel'thuzad, pero que no tienen una información definida sobre ese suceso.
El comandante se quedo pensativo.
-Hacia tiempo que no veiamos un fenómeno así en esa ciudad maldita... ¿qué estarán tramando?
-No lo se... -dijo Presea inquieta- Pero estoy segura que no puede ser nada bueno.. tengo un mal presentimiento. Por lo pronto, iré con algunos para intentar rescatar al explorador entrando en Stratholme. Si sigue vivo, lo sabremos.
El humano asintió y la elfa salió de la capilla.
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
Capitulo 2
La elfa se dirigió a Shattrath en busca de aquellos que quieran ir con ella para rescatar al explorador. Si está vivo, tendrá información de lo que ha estado ocurriendo. Pero, ¿seguirá vivo? Se habrían muchos enigmas desde la conversación con el Comandante Eligor. Desde el Banco Arúspice avistó al mago Gheerin, un Sin'dorei maestro de la magia arcana y hielo.
La última conversación que tuvieron estaban en Quel'danas junto con la sacerdotisa Raine, una humana un tanto peculiar que entendia la lengua orca. Ese dia ella partia a Rasganorte informándoles del traslado de Dalaran y de los refuerzos que necesitaban. El elfo mostró gran interés por las palabras de la humana, Rasganorte era un lugar inalcanzable para todos y más teniendo a la Legión Ardiente y al propio Kael'thas invadiéndonos y teniendo una lucha constante.
Presea se acercó al mago viendo que estaba teniendo una conversación con un pícaro. Interrumpió:
-Disculpad la interrupción Maese Gheerin. Necesito hablar con vos, es importante.
El elfo miró preocupado a Presea deteniendo su charla.
-Claro.. err.. -miró a su interlocutor- disculpame.. ya hablaremos en otro momento.
La maga llamó a su Mantícora llamada Goliath invitando al mago a que le acompañe. Los elfos sobrevolaron Shattrath hasta llegar a la terraza de la Grada Arúspice.
- Empezais a intrigarme. -dijo Gheerin
- No os llamaría si no fuera algo importante.
- Os escucho. -dijo Gheerin
- ¿Recordais nuestra conversación en Quel'danas? Referente a Dalaran y Rasganorte. Os dije que iria a ver a mi maestro referente a lo que estaba ocurriendo. -se dirigió a Gheerin.
- Si, lo recuerdo. ¿Qué nuevas traeis?
El rostro de la elfa se torno algo serio.
- Algo oscuro está creciendo en Rasganorte, algo que aún desde ahí desconocemos. Pero desde Azeroth, ha ocurrido algo que da muestras de lo que puede ocurrir en Rasganorte. Sucedió algo hace escasos dias un fenómeno en las tierras de la peste. -Presea les contó al Mago todo lo que el comandante le explicó, incluido la desaparición del explorador.
- Si han pasado dias es probable que lo hayan matado. -dijo Gheerin preocupado.
- No estoy segura... al menos podriamos intentar rescatarlo. Si está vivo, seguramente tiene información valiosa que podria darnos.
- Pero... ¿estáis segura de que lo hallaremos vivo? Stratholme es un lugar maldito plagado de No-muertos. -corroboró el mago intrigado.
- Debemos intentarlo. No perdamos aún la esperanza.
El elfo se quedó pensativo durante un instante y asintió.
- Bien, entonces..¿cuándo quereis que partamos? Esto hay que apresurarlo cuanto antes.
- Debemos reunir a una compañia compuesta de cinco personas. -se queda pensativa la elfa- Nosotros solos imposible. Serian muchos no muertos para nosotros.
- Creo que tal vez tenga a alguien quien puede acompañarnos, trataré de que venga conmigo.
- Mañana al atardecer. será la incursión hacia Stratholme. Si sigue con vida, lo sabremos. Yo trataré de llamar a alguien de mi hermandad. Espero que sus respuestas sean propícias y nos acompañen -concluyó Presea.
El elfo asintió.
- Bien, que así sea. Esperemos que ese explorador aún siga con vida.
Los elfos volvieron a subir a sus monturas aladas y partieron para reunirse con aquellos escogidos para la nueva compañia de rescate.
¿Estará el explorador con vida? ¿Podrán rescatarlo?
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Un suave golpe en la cabeza le hizo abrir los ojos, se hallaba en una sala pequeña, cerrada y húmeda. Le rodeaba una fuerte jaula metálica no muy pequeña, pues le daba la libertad de moverse con amplitud.
-Vaya… ya has despertado
El elfo se extrañó, reconocía esa voz aunque no alcanzaba a ver al ser del que procedía:
-Esa voz…-dijo tembloroso- tu eres el caballero de la plaza…
-¿No me conoces? Vaya… entonces no eres de los altos cargos del Alba Argenta…- terminando la frase el caballero se dejó ver saliendo de las sombras, vestía la misma armadura que la otra vez junto con la sombría hoja rúnica que, en cambio, esta vez le colgaba del cinto – Me llaman el Barón Rivendare… seguramente ahora sabrás quien soy
-¡Rivendare! No…no… no puede ser…eres el caballero que mencionó Eligor…
-¿Eligor? – Dijo el barón mientras cogía una calavera del suelo – si es uno de esos patéticos agentes del Alba argenta no me suena…
-Bastardo… ¡déjame marchar!
-¿Marchar? – el barón esbozó una amplia sonrisa maliciosa – me temo que esa propuesta queda anulada, ya que sabes demasiado…pero estate contento, no te mataré, al menos no por ahora – terminando de hablar desvió su mirada a un cuenco con pan y agua que, con un ligero puntapié, salió despedido y chocó con la jaula del elfo – Tu comida y tu bebida, de ti depende el tiempo que sigas con vida.
Rápidamente se giró y se dispuso a marcharse de la sala pero antes de salir volvió a clavar sus ojos en el elfo.
- Respóndeme a una última pregunta, ¿Cuál es tu nombre, elfo?
- Como si te lo fuera a decir…
-Como quieras, Lexioren – el elfo formó en su rostro una mueca de asombro, no entendía como habría sabido su nombre - En respuesta a tu pregunta mental… - continuó diciendo tras un momento – mi gran señor lo sabe todo.
Lexioren agachó la cabeza tomó tras meditarlo seriamente un bocado a ese pan rancio y un trago a la botella de agua, los segundos se hacían eternos convirtiéndose en minutos… y estos en horas…
Pasaron las horas, Lexioren estaba seguro de que habría pasado más de un día y el agua y el pan ya se le habían acabado, tenía hambre y sed pero nadie parecía poder escucharle…
La elfa se dirigió a Shattrath en busca de aquellos que quieran ir con ella para rescatar al explorador. Si está vivo, tendrá información de lo que ha estado ocurriendo. Pero, ¿seguirá vivo? Se habrían muchos enigmas desde la conversación con el Comandante Eligor. Desde el Banco Arúspice avistó al mago Gheerin, un Sin'dorei maestro de la magia arcana y hielo.
La última conversación que tuvieron estaban en Quel'danas junto con la sacerdotisa Raine, una humana un tanto peculiar que entendia la lengua orca. Ese dia ella partia a Rasganorte informándoles del traslado de Dalaran y de los refuerzos que necesitaban. El elfo mostró gran interés por las palabras de la humana, Rasganorte era un lugar inalcanzable para todos y más teniendo a la Legión Ardiente y al propio Kael'thas invadiéndonos y teniendo una lucha constante.
Presea se acercó al mago viendo que estaba teniendo una conversación con un pícaro. Interrumpió:
-Disculpad la interrupción Maese Gheerin. Necesito hablar con vos, es importante.
El elfo miró preocupado a Presea deteniendo su charla.
-Claro.. err.. -miró a su interlocutor- disculpame.. ya hablaremos en otro momento.
La maga llamó a su Mantícora llamada Goliath invitando al mago a que le acompañe. Los elfos sobrevolaron Shattrath hasta llegar a la terraza de la Grada Arúspice.
- Empezais a intrigarme. -dijo Gheerin
- No os llamaría si no fuera algo importante.
- Os escucho. -dijo Gheerin
- ¿Recordais nuestra conversación en Quel'danas? Referente a Dalaran y Rasganorte. Os dije que iria a ver a mi maestro referente a lo que estaba ocurriendo. -se dirigió a Gheerin.
- Si, lo recuerdo. ¿Qué nuevas traeis?
El rostro de la elfa se torno algo serio.
- Algo oscuro está creciendo en Rasganorte, algo que aún desde ahí desconocemos. Pero desde Azeroth, ha ocurrido algo que da muestras de lo que puede ocurrir en Rasganorte. Sucedió algo hace escasos dias un fenómeno en las tierras de la peste. -Presea les contó al Mago todo lo que el comandante le explicó, incluido la desaparición del explorador.
- Si han pasado dias es probable que lo hayan matado. -dijo Gheerin preocupado.
- No estoy segura... al menos podriamos intentar rescatarlo. Si está vivo, seguramente tiene información valiosa que podria darnos.
- Pero... ¿estáis segura de que lo hallaremos vivo? Stratholme es un lugar maldito plagado de No-muertos. -corroboró el mago intrigado.
- Debemos intentarlo. No perdamos aún la esperanza.
El elfo se quedó pensativo durante un instante y asintió.
- Bien, entonces..¿cuándo quereis que partamos? Esto hay que apresurarlo cuanto antes.
- Debemos reunir a una compañia compuesta de cinco personas. -se queda pensativa la elfa- Nosotros solos imposible. Serian muchos no muertos para nosotros.
- Creo que tal vez tenga a alguien quien puede acompañarnos, trataré de que venga conmigo.
- Mañana al atardecer. será la incursión hacia Stratholme. Si sigue con vida, lo sabremos. Yo trataré de llamar a alguien de mi hermandad. Espero que sus respuestas sean propícias y nos acompañen -concluyó Presea.
El elfo asintió.
- Bien, que así sea. Esperemos que ese explorador aún siga con vida.
Los elfos volvieron a subir a sus monturas aladas y partieron para reunirse con aquellos escogidos para la nueva compañia de rescate.
¿Estará el explorador con vida? ¿Podrán rescatarlo?
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Un suave golpe en la cabeza le hizo abrir los ojos, se hallaba en una sala pequeña, cerrada y húmeda. Le rodeaba una fuerte jaula metálica no muy pequeña, pues le daba la libertad de moverse con amplitud.
-Vaya… ya has despertado
El elfo se extrañó, reconocía esa voz aunque no alcanzaba a ver al ser del que procedía:
-Esa voz…-dijo tembloroso- tu eres el caballero de la plaza…
-¿No me conoces? Vaya… entonces no eres de los altos cargos del Alba Argenta…- terminando la frase el caballero se dejó ver saliendo de las sombras, vestía la misma armadura que la otra vez junto con la sombría hoja rúnica que, en cambio, esta vez le colgaba del cinto – Me llaman el Barón Rivendare… seguramente ahora sabrás quien soy
-¡Rivendare! No…no… no puede ser…eres el caballero que mencionó Eligor…
-¿Eligor? – Dijo el barón mientras cogía una calavera del suelo – si es uno de esos patéticos agentes del Alba argenta no me suena…
-Bastardo… ¡déjame marchar!
-¿Marchar? – el barón esbozó una amplia sonrisa maliciosa – me temo que esa propuesta queda anulada, ya que sabes demasiado…pero estate contento, no te mataré, al menos no por ahora – terminando de hablar desvió su mirada a un cuenco con pan y agua que, con un ligero puntapié, salió despedido y chocó con la jaula del elfo – Tu comida y tu bebida, de ti depende el tiempo que sigas con vida.
Rápidamente se giró y se dispuso a marcharse de la sala pero antes de salir volvió a clavar sus ojos en el elfo.
- Respóndeme a una última pregunta, ¿Cuál es tu nombre, elfo?
- Como si te lo fuera a decir…
-Como quieras, Lexioren – el elfo formó en su rostro una mueca de asombro, no entendía como habría sabido su nombre - En respuesta a tu pregunta mental… - continuó diciendo tras un momento – mi gran señor lo sabe todo.
Lexioren agachó la cabeza tomó tras meditarlo seriamente un bocado a ese pan rancio y un trago a la botella de agua, los segundos se hacían eternos convirtiéndose en minutos… y estos en horas…
Pasaron las horas, Lexioren estaba seguro de que habría pasado más de un día y el agua y el pan ya se le habían acabado, tenía hambre y sed pero nadie parecía poder escucharle…
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
Capítulo 3
Llegó el dia siguiente. El sol se ponía hacia el oeste. Shattrath era un lugar apropiado para buscar a los escogidos en la compañía. Zhafira se ofreció voluntaria para la misión de rescate. Presea veía como desde el bancal de la luz se acercaba el mago Gheerin, aunque venía solo.
-¿No viene nadie con vos? -le extrañó Presea.
- Lo siento Lady Presea...-dice el mago, apenado- no vendrá..
- Entonces tenemos un problema.. necesitamos buscar más personas para rescatarle. -La maga sacó su piedra de comunicación forjada para comunicarse con sus hermanos:
-Chicos, responded, necesito vuestra ayuda
-Presea, ¿sucede algo? -contestó Erunámo.
- Los Alba Argenta me encomendador una misión de rescate urgente en Stratholme, necesito a dos hermanos más para la compañía de rescate.
-¿Los Alba Argenta? ¿Esos humanos? No fueron muy corteses cuando estuve en esas tierras. Por mi parte, no pienso ir a ayudar a esa gente.
-¡Pero.. Erunámo.. se trata de algo muy importante.. no solo de los Alba Argenta, si no de todo Azeroth! -espetó Presea sin dar crédito a lo que oía en la piedra.
Se le humedecían los ojos de la impotencia. Gheerin y Zhafira observaban sin decir nada, aunque apenados.
- Yo iré hermana.. -intervino una voz Tauren-. Os ayudaré en lo que pueda.
- ¡Astahendida! -Exaltó al reconocer la voz al ver que alguien la oye- Gracias.. te esperaremos en Tirisfal Glades.
Zhafira se acercó a Presea posando la mano en su hombro y esbozando una sonrisa de confianza.
- Creo, que podría venir una pícara con nosotros. La he avisado y por lo visto la compañia de rescate ya está al completo -la guiña el ojo.
- Gracias Zhafira. -sonrió ampliamente.- Entonces.. debemos partir cuanto antes.
El portal hacia Entrañas estaba cerca, la pícara Nishira se acercaba para unirse a la compañia. Faltaba un quinto en lo cual los esperaba en el Zepelín que hay en Tirisfal Glades. La espera se hacia eterna, el tiempo se echaba encima hasta que al fin el Tauren bajó del Zepelín y se reunió con la compañia.
- Al fin he llegado, espero seros de utilidad Lady Presea -dijo el Tauren con una sonrisa.
- Eres más que bienvenido Astahendida. Podemos partir ahora mismo, no hay tiempo y la vida de nuestro amigo pícaro pende de un hilo.
Todos llamaron a sus monturas y cabalgaron juntos partiendo hacia las Tierras de la Peste del Este. Era un largo camino, en las mentes de toda la compañia surgian dudas e inquietudes, ¿seguirá con vida? ¿qué está sucediendo en Naxxramas? Llegaron a la puertas puertas de Stratholme, Gheerin se quedó pensativo.
- Si el pícaro a querido investigar a el Baron Rivendare, tal vez este no sea precisamente la entrada. Debemos llegar cuanto antes a ese lugar. La entrada principal seria un obstáculo.
- Tienes razón -dijo pensativa Presea-. El lugar más cercano, es la zona muerta. Tendriamos que partir hacia ahi.
Llegando hacia la entrada de la parte de atrás de la ciudad, abrieron la verja vieja y oxidada, se oía chirriar al abrirla. Todos entraron con paso firme aunque con cierto temor, no sabian qué encontrarian dentro, ¿habrá cambiado algo desde aquel fenómeno? Al entrar veían a varios muertos custodiando el portón de la entrada, los magos concentraron el poder arcano eliminando los obstáculos, Zhafira con el poder de las sombras maldecía y torturaba a aquellos seres, la pícara Nishira apuñalaba y envenenaba a todo aquel que osaba atacar a la compañia, y el druida Astaendida luchaba con toda la furia del león druídico. La primera entrada estaba limpia, un portón más allá les esperaba. Los no muertos dieron la alarma.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Mi señor.. ¡Intrusos!.. los vivos están aqui..
- Bien.. - el Baron esboza una sonrisa malévola y mira al pícaro encerrado en su jaula- morirán junto con el amigo de los estúpidos Alba Argenta.
Un fuerte estruendo lo que despertó al pícaro. Al abrir los ojos vio al Barón sosteniendo un reloj de arena… la arena caía desde la parte donde se encontraba la mayor parte de esta hasta la que tenia menos aunque la diferencia era casi nula pues ambas partes estaban igualadas en cantidad de arena.
-¿Qué es…eso?
-¿hmm?...- el Barón, extrañado, desvió su mirada al moribundo elfo- Vaya… -dijo tornando su rostro de seriedad a uno de asombro – pensaba que a estas alturas estarías muerto. Bueno, mejor, así no les he mentido a esa chusma del Alba argenta
-Alba…argenta… ¿es-están a-aquí?
-Bueno… están “tratando” de salvarte, es gracioso, ¿verdad? – tras terminar de hablar rompió a reír, una risa que retumbaba en toda la sala y que al joven elfo le inquietaba – Entrar en mi bastión es firmar la sentencia de muerte de uno mismo… estúpidos.
La compañia se detiene en el portón. Un mal augurio presagia. Presea antes de tocar el portón ven de repente la imagen del Baron Rivendare. Todos se ponen en posición de ataque.
- Habeis osado entrar en la ciudad maldita, pronto vuestro amigo morirá, pero antes... voy a divertirme un poco. - Apareció en sus manos un reloj de arena, con sus manos oscuras giró el reloj haciendo que la arena caiga en la base vacia y esboza una sonrisa malévola.- Teneis cuarenta y cinco minutos para llegar hasta vuestro amigo, si es que lo conseguís... -una rísa diabólica llena toda la ciudad y la imagen del Baron desaparece. Los no muertos se reagrupan, Vanshis, gárgolas y guerreros esqueléticos los miran dispuestos a atacar a los vivos.
-¡Maldición! -dijo la pícara al verse rodeados- ¿Qué hacemos?¡¿Cómo vamos a llegar hasta ese pícaro insensato?!
- No nos queda otra alternativa -dijo Zhafira- si tenemos ese tiempo.. debemos darnos prisa.
- Pues entonces menos cháchara -espetó el tauren- ¡Debemos luchar! ¡Por Muuulgooore! -El tauren cargaba hacia los muertos con la furia del oso, los magos se alarmaron e intentaron ayudarle al ver que su vida corria peligro. Invocaron toda suerte de sortilegios de la magia de todos los elementos. Presea invocó a su fiel amigo, el Señor de las Aguas, Hidraxys, un elemental, para ayudarles a combatir contra la oleada de muertos que se avecinaban.
La primera oleada habia sido exterminada, nuevos seres se acercaban a ellos. Oían un ruido, como una especie de escudo que protegía algo, ¿quizá una puerta?
- ¿De donde viene ese ruido? -dijo Zhafira.
- Los Zigurats. Protegen la puerta donde debemos ir. -creyó la maga. Señala hacia arriba de los Zigurats- son esos cristales
- Pues es hora de romper el escudo que lo protege. - dijo el Tauren.
Un ojo de Naxxramas los avista.. "Los vivos están aqui"...
- ¡¡Matémosle antes de que dé la alarma!! -grita Gheerin. Una explosión de fuego acaba con el fantasma oscuro.
Tods respiraron aliviados. Veían el Primer Zigurat a lo lejos. Algunos Reptadores de la cripta les impedian el paso, sus telas de araña no solo los inmovilizaban, si no que los silenciaba sin poder invocar ningún hechizo a los magos. "¡Maldita sea!" Los magos se miraron un instante intentando liberarse de las telas de araña sin éxito. Nishira preparaba sus dagas y en sigilo apareció detrás de los Reptadores mientras Zhafira invocaba las fuerzas de las sombras, uso la palabra muerte, el Reptador muere. Los magos son liberados al fin gracias a las dagas de Nishira, la maldición se disipa.
- ¿Estais bien? -dijo la pícara.
- Si -dijeron unísono los magos.
- No esperaba que esos Reptadores lograran silenciarnos tanto tiempo... -dijo Presea extrañada.
- Debemos destruir el Zigurat, démonos prisa. -intervino Gheerin.
- ¿Cuanto tiempo nos queda? -Preguntó Presea.
- Treinta y dos minutos -contestó Zhafira mirando el reloj de arena impuesto por el Baron.
- No hay tiempo que perder entonces -dijo el tauren.
El Zigurat estaba rodeado de guardias, el Guardian del Zigurat, Nerub'enkan, les impedia el paso. Sin previo aviso, el mago Gheerin empezó a invocar la escarcha contra el Guardian, Presea se ocupó de los brujos y espectros de alrededor junto con la compañia. La vida del elfo peligraba. Presea desató una nova de escarcha congelando los pies de sus enemigos, miro a Nerub'enkan acumuló la magia de los elementos del hielo en una lanzamiento dejando caer al guardián, la compañia se encargó de matar al resto. Las puertas del Zigurat se abrieron y mataron a los que rendían culto al escudo, rompieron una barrera, el escudo empezaba a debilitarse al fin.
Llegó el dia siguiente. El sol se ponía hacia el oeste. Shattrath era un lugar apropiado para buscar a los escogidos en la compañía. Zhafira se ofreció voluntaria para la misión de rescate. Presea veía como desde el bancal de la luz se acercaba el mago Gheerin, aunque venía solo.
-¿No viene nadie con vos? -le extrañó Presea.
- Lo siento Lady Presea...-dice el mago, apenado- no vendrá..
- Entonces tenemos un problema.. necesitamos buscar más personas para rescatarle. -La maga sacó su piedra de comunicación forjada para comunicarse con sus hermanos:
-Chicos, responded, necesito vuestra ayuda
-Presea, ¿sucede algo? -contestó Erunámo.
- Los Alba Argenta me encomendador una misión de rescate urgente en Stratholme, necesito a dos hermanos más para la compañía de rescate.
-¿Los Alba Argenta? ¿Esos humanos? No fueron muy corteses cuando estuve en esas tierras. Por mi parte, no pienso ir a ayudar a esa gente.
-¡Pero.. Erunámo.. se trata de algo muy importante.. no solo de los Alba Argenta, si no de todo Azeroth! -espetó Presea sin dar crédito a lo que oía en la piedra.
Se le humedecían los ojos de la impotencia. Gheerin y Zhafira observaban sin decir nada, aunque apenados.
- Yo iré hermana.. -intervino una voz Tauren-. Os ayudaré en lo que pueda.
- ¡Astahendida! -Exaltó al reconocer la voz al ver que alguien la oye- Gracias.. te esperaremos en Tirisfal Glades.
Zhafira se acercó a Presea posando la mano en su hombro y esbozando una sonrisa de confianza.
- Creo, que podría venir una pícara con nosotros. La he avisado y por lo visto la compañia de rescate ya está al completo -la guiña el ojo.
- Gracias Zhafira. -sonrió ampliamente.- Entonces.. debemos partir cuanto antes.
El portal hacia Entrañas estaba cerca, la pícara Nishira se acercaba para unirse a la compañia. Faltaba un quinto en lo cual los esperaba en el Zepelín que hay en Tirisfal Glades. La espera se hacia eterna, el tiempo se echaba encima hasta que al fin el Tauren bajó del Zepelín y se reunió con la compañia.
- Al fin he llegado, espero seros de utilidad Lady Presea -dijo el Tauren con una sonrisa.
- Eres más que bienvenido Astahendida. Podemos partir ahora mismo, no hay tiempo y la vida de nuestro amigo pícaro pende de un hilo.
Todos llamaron a sus monturas y cabalgaron juntos partiendo hacia las Tierras de la Peste del Este. Era un largo camino, en las mentes de toda la compañia surgian dudas e inquietudes, ¿seguirá con vida? ¿qué está sucediendo en Naxxramas? Llegaron a la puertas puertas de Stratholme, Gheerin se quedó pensativo.
- Si el pícaro a querido investigar a el Baron Rivendare, tal vez este no sea precisamente la entrada. Debemos llegar cuanto antes a ese lugar. La entrada principal seria un obstáculo.
- Tienes razón -dijo pensativa Presea-. El lugar más cercano, es la zona muerta. Tendriamos que partir hacia ahi.
Llegando hacia la entrada de la parte de atrás de la ciudad, abrieron la verja vieja y oxidada, se oía chirriar al abrirla. Todos entraron con paso firme aunque con cierto temor, no sabian qué encontrarian dentro, ¿habrá cambiado algo desde aquel fenómeno? Al entrar veían a varios muertos custodiando el portón de la entrada, los magos concentraron el poder arcano eliminando los obstáculos, Zhafira con el poder de las sombras maldecía y torturaba a aquellos seres, la pícara Nishira apuñalaba y envenenaba a todo aquel que osaba atacar a la compañia, y el druida Astaendida luchaba con toda la furia del león druídico. La primera entrada estaba limpia, un portón más allá les esperaba. Los no muertos dieron la alarma.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Mi señor.. ¡Intrusos!.. los vivos están aqui..
- Bien.. - el Baron esboza una sonrisa malévola y mira al pícaro encerrado en su jaula- morirán junto con el amigo de los estúpidos Alba Argenta.
Un fuerte estruendo lo que despertó al pícaro. Al abrir los ojos vio al Barón sosteniendo un reloj de arena… la arena caía desde la parte donde se encontraba la mayor parte de esta hasta la que tenia menos aunque la diferencia era casi nula pues ambas partes estaban igualadas en cantidad de arena.
-¿Qué es…eso?
-¿hmm?...- el Barón, extrañado, desvió su mirada al moribundo elfo- Vaya… -dijo tornando su rostro de seriedad a uno de asombro – pensaba que a estas alturas estarías muerto. Bueno, mejor, así no les he mentido a esa chusma del Alba argenta
-Alba…argenta… ¿es-están a-aquí?
-Bueno… están “tratando” de salvarte, es gracioso, ¿verdad? – tras terminar de hablar rompió a reír, una risa que retumbaba en toda la sala y que al joven elfo le inquietaba – Entrar en mi bastión es firmar la sentencia de muerte de uno mismo… estúpidos.
La compañia se detiene en el portón. Un mal augurio presagia. Presea antes de tocar el portón ven de repente la imagen del Baron Rivendare. Todos se ponen en posición de ataque.
- Habeis osado entrar en la ciudad maldita, pronto vuestro amigo morirá, pero antes... voy a divertirme un poco. - Apareció en sus manos un reloj de arena, con sus manos oscuras giró el reloj haciendo que la arena caiga en la base vacia y esboza una sonrisa malévola.- Teneis cuarenta y cinco minutos para llegar hasta vuestro amigo, si es que lo conseguís... -una rísa diabólica llena toda la ciudad y la imagen del Baron desaparece. Los no muertos se reagrupan, Vanshis, gárgolas y guerreros esqueléticos los miran dispuestos a atacar a los vivos.
-¡Maldición! -dijo la pícara al verse rodeados- ¿Qué hacemos?¡¿Cómo vamos a llegar hasta ese pícaro insensato?!
- No nos queda otra alternativa -dijo Zhafira- si tenemos ese tiempo.. debemos darnos prisa.
- Pues entonces menos cháchara -espetó el tauren- ¡Debemos luchar! ¡Por Muuulgooore! -El tauren cargaba hacia los muertos con la furia del oso, los magos se alarmaron e intentaron ayudarle al ver que su vida corria peligro. Invocaron toda suerte de sortilegios de la magia de todos los elementos. Presea invocó a su fiel amigo, el Señor de las Aguas, Hidraxys, un elemental, para ayudarles a combatir contra la oleada de muertos que se avecinaban.
La primera oleada habia sido exterminada, nuevos seres se acercaban a ellos. Oían un ruido, como una especie de escudo que protegía algo, ¿quizá una puerta?
- ¿De donde viene ese ruido? -dijo Zhafira.
- Los Zigurats. Protegen la puerta donde debemos ir. -creyó la maga. Señala hacia arriba de los Zigurats- son esos cristales
- Pues es hora de romper el escudo que lo protege. - dijo el Tauren.
Un ojo de Naxxramas los avista.. "Los vivos están aqui"...
- ¡¡Matémosle antes de que dé la alarma!! -grita Gheerin. Una explosión de fuego acaba con el fantasma oscuro.
Tods respiraron aliviados. Veían el Primer Zigurat a lo lejos. Algunos Reptadores de la cripta les impedian el paso, sus telas de araña no solo los inmovilizaban, si no que los silenciaba sin poder invocar ningún hechizo a los magos. "¡Maldita sea!" Los magos se miraron un instante intentando liberarse de las telas de araña sin éxito. Nishira preparaba sus dagas y en sigilo apareció detrás de los Reptadores mientras Zhafira invocaba las fuerzas de las sombras, uso la palabra muerte, el Reptador muere. Los magos son liberados al fin gracias a las dagas de Nishira, la maldición se disipa.
- ¿Estais bien? -dijo la pícara.
- Si -dijeron unísono los magos.
- No esperaba que esos Reptadores lograran silenciarnos tanto tiempo... -dijo Presea extrañada.
- Debemos destruir el Zigurat, démonos prisa. -intervino Gheerin.
- ¿Cuanto tiempo nos queda? -Preguntó Presea.
- Treinta y dos minutos -contestó Zhafira mirando el reloj de arena impuesto por el Baron.
- No hay tiempo que perder entonces -dijo el tauren.
El Zigurat estaba rodeado de guardias, el Guardian del Zigurat, Nerub'enkan, les impedia el paso. Sin previo aviso, el mago Gheerin empezó a invocar la escarcha contra el Guardian, Presea se ocupó de los brujos y espectros de alrededor junto con la compañia. La vida del elfo peligraba. Presea desató una nova de escarcha congelando los pies de sus enemigos, miro a Nerub'enkan acumuló la magia de los elementos del hielo en una lanzamiento dejando caer al guardián, la compañia se encargó de matar al resto. Las puertas del Zigurat se abrieron y mataron a los que rendían culto al escudo, rompieron una barrera, el escudo empezaba a debilitarse al fin.
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
Un Acólito grita: ¡Ha sido destruido uno de los Cristales de Ash'ari! ¡Eliminad a esos intrusos!
El segundo Zigurat les esperaba.
Había más vigilancia, los magos se miraron un instante con mirada de complicidad.
-Vamos a tener que ir despacio.. son demasiados. - dijo Nishira.
- Yo hago lo que puedo para poder sanar vuestras heridas, pero por desgracia mis poderes son especiales en la sombra, haré cuanto pueda. -intervino Zhafira.
El mago miró a Astahendida al ver que era el más débil de la compañia, ("temo que no vamos a poder ir demasiado rápido")
- ¿Cuánto tiempo tenemos? - volvió a preguntar Presea a la compañia.
Zhafira miró el reloj de arena y puso cara de preocupación.
- No demasiado.. veintiseis minutos, esto empieza a inquietarme...
- ¡Debemos darnos prisa! -se alarmó el tauren- ¡el tiempo se nos echa encima!
Cargaron contra los no muertos que se les acercaba a atacar, más reptadores aparecian. Consiguieron liberarse los magos gracias a la pícara, pudieron derrotar a la oleada hasta casi quedarse solos ante el Zigurat y el siguiente guardián. La Maga miró a la Guardiana, era una Vanshi. Se miraron un instante, en su mente se oia la voz de la Baronesa Anastari "Haré que me sirvais y os mateis los unos a los otros", la elfa miro a la Baronesa desafiante, "eso ya lo veremos". En ese instante, Presea miró a Gheerin.
- Gheerin, .. pase lo que pase.. no quiero haceros daño.
El elfo la miró sin entender.
- ¿Qué quieres decir?
Sin contestar al mago, Presea fué directa a por la Baronesa cargando sus hechizos de hielo contra ella. "¡Si vas a hacerlo.. hazlo ya, inténtalo, conseguiré esquivar tu hechizo!" la mirada de la elfa se endurecia, pero la Vanshi esbozó una sonrisa malévola ante el desafio de la elfa. "¿Estás segura, elfa?" La Baronesa miró al mago y sus ojos se iluminaron, desapareció y se adentro en el cuerpo de Gheerin como un parásito en busca de un huésped. Presea se alarmó al darse la vuelta y ver a Gheerin con una sonrisa maliciosa y cargando la magia arcana contra ella.
- ¡NOO! -la maga intentó protegerse y esquivar sus hechizos, la compañia estaba inquieta, no sabian si atacar a Gheerin. Los magos se enfrentaron viendo como cruzaban distintas magias de todos los elementos. Presea miraba a Gheerin viendo que no era él y apretó los puños... (.. perdóname..) - ¡Atacadle! ¡No penseis que es Gheerin, debeis ir a por él!
- Pero.. -dijo Nishira con el rostro desencajado.
- ¡Haz lo que te digo! -gritó la maga y en un descuido, Gheerin la silenció dejando que no pueda invocar ningun tipo de magia, concentró la magia Arcana y las soltó como misiles contra la elfa que no pudo rebatir hasta arrebatar la vida a Presea.
- ¡PRESEA! -gritó Zhafira sobresaltada queriendo ir a su encuentro para intentar ayudarla.
- ¡ZHAFIRA DETENTE! -no dió tiempo a coger la pícara a la sacerdotisa cuando Gheerin se presento en una traslación delante de ellas esbozando de nuevo una sonrisa maliciosa.
- Tú serás la siguiente...
Zhafira, pavorida, no podia moverse. En ese momento Nishira actuó colocandose de una forma maestra detrás del mago, recibiendo varias apuñaladas ayudada del druida que intentaba aturdirlo. De repente, cuando la vida de Gheerin casi estaba en peligro, la Vanshi salió de su cuerpo casi debilitada. El mago se arrodilló ante las puñaladas de la pícara en lo cual se detuvo al ver de nuevo a la Baronesa.
- ¿Gheerin? -preguntó desconfiada la pícara con las dagas en posición de ataque.
- Si.... -dijo con voz temblorosa intentándose levantar. Zhafira aprovechó para curarle las heridas. El mago lo agradeció y miró a Presea tendida en el suelo. Apretó los puños y miró a la Vanshi con ojos llenos de ira. - ¡Vas a pagar por esto! -recargó todo su magia contra la Vanshi hasta que la mató y se desvaneció en el aire. Corrió hacia la maga sobresaltado.-¡Presea! -La incorporó.
- ¡Dejadme a mi, apartaos! -vino corriendo Zhafira a su encuentro. Se arrodilló haciendo un rezo a la luz para que su espiritu regresara a su cuerpo. El aliento de vida volvió a la maga volviendo a respirar y abrió los ojos viendo a toda la compañia preocupados.
- ¡Presea! -exclamó el mago viendo que estaba bien esbozando una sonrisa- ¿estás bien?
La maga se levanto y se tocó la cabeza algo mareada, la sacerdotisa le daba fuerzas sanando sus heridas.
- Si..
- ¡Dioses, siento tanto haberte hecho esto..! -dijo alarmado el mago- ¿Por qué no me dijiste que esto iba a pasar?
- Pensé.. que lo haria conmigo. -la elfa agacha la mirada- Si lo huviera intentado, estaba dispuesta a esquivar su hechizo... pero parece ser que esa maldita Vanshi sabia jugar más sucio...
- Debemos continuar -dijo la pícara- no podemos quedarnos aqui hablando.
Los magos asintieron. Entraron árduos al Zigurat de la guardiana Vanshi, mataron a los que rendian culto al escudo y al sello que lo protegia.
El acólito volvió a Gritar viendo que los Zigurats hacian más vulnerable la Necrópolis.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La puerta de piedra se abrió y salió un nigromante junto con un gigantesco golem de carne. Rápidamente el nigromante se arrodilló y comenzó a hablar:
- Mi señor, dos zigurats han caído y el tercero está bajo asedio – levantó la cabeza suavemente – Creo… mi señor, que os equivocasteis subesti…
La cabeza del nigromante rodó por el suelo, Lexioren desvió su mirada al Barón que empuñaba su espada bañada en sangre. El barón miró al frente y moviendo su mano izquierda hizo aparecer una gran cantidad de soldados esqueléticos armados con armas y protegidos por viejas armaduras
-Mis fieles siervos, aguardaréis aquí – desvió su mirada al gigante que con cierto aire de apetito miraba al enjaulado elfo – y tu, Ramstein, atacarás cuando… - el Barón meditó un segundo, su cara paso de cierto aire de superioridad a uno mas de preocupación
- ¿T-Tienes miedo… Barón? – dijo el elfo mientras mostraba una tenue sonrisa de burla
Yo de ti, joven elfo, si lo tendría, cuando acabe con tus patéticos amigos tu serás el siguiente.------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El escudo se debilita aun más. Salieron de ahi y caminaron hasta una siguiente oleada de no muertos donde protegian la entrada del tercer Zigurat, dieron muerte a todos ellos y llegaron a avistarlo. Brujos de la magia negra aguardaban. Corrieron hacia ellos matando a todos en derredor. Los enemigos localizaron al más débil de la compañia, el tauren, y arrebatieron contra él. La compañia protegió a su amigo tauren e impidieron que se acercaran, pero en sus espaldas, un necrófago aprovechó que no vigilaban la retaguardia y arremetió contra el tauren quitandole la vida. Una sonrisa malévola se reflejaba en el no-muerto. La compañia notó la caida del tauren desplomándose en el suelo.
- ¡ASTAHENDIDA! -gritó Zhafira. Alzó la vista hacia el no muerto con toda la ira de las sombras, convocó la palabra dolor y tortura, hasta darle el golpe de gracia convocando la muerte. Fué hacia el tauren para sanarle las heridas y reanimándole. El tauren se levantó frotándose la cabeza, sintiendose totalmente magullado por el ataque del necrófago.
- No te preocupes Astahendida, Zhafira curará tus heridas -dijo Nishira sonriendo al ver que volvia de nuevo.
-Oh.. lamento mucho que esto haya pasado.. aun tengo que entrenar mis poderes druídicos.. y tal vez os esté retrasando.. -el tauren se lamentaba con el rostro cabizbajo. Gheerin posó una mano en el hombro del tauren dandole fuerzas.
- Acudiste a la llamada de Presea cuando ninguno lo hizo. No importa si aun sigues entrenando el poder de la naturaleza, tu valor a esta empresa te ha sido más que valorada en la compañia. -el mago esbozó una sonrisa afable, y el tauren le devolvió la sonrisa sintiéndose reconfortado por sus palabras de ánimo. Vieron el Zigurat y el último guardian, un brujo bastante más poderoso que los que ayudaban a custodiarlo. Maleki el pálido, un brujo que ha simple vista infundia respeto. Desconocian sus poderes ocultos.
-Vayamos con cuidado.. -dijo Zhafira con rostro alerta.
Se acercaron los dos magos para acabar con Maleki, y aunque aparentemente parecía un brujo poderoso, lo vencieron con fácilidad. Las puertas del último Zigurat se abrieron. Entraron para derribar el escudo y a los que rendian culto a él. Un silencio invade la ciudad. Cerca, se oye el chirriar de un portón enorme que se abria poco a poco no muy lejos de donde estaban ellos. "¡¡Redoblad las filas!! ¡¡Que no pasen los vivos!!" Se oía en alguna parte de la ciudad, lo cual vinieron una oleada más de no muertos. La compañia desplegaba toda la magia que poseian, arcano, hielo, fuego, sombras, la habilidad de las dagas de la pícara, y la fúria del león druídico, cayendo de uno a uno, y en el caso de los magos, las oleadas caían en más cantidad. Quedaron exhaustos al ver que habian matado al último necrófago.
El segundo Zigurat les esperaba.
Había más vigilancia, los magos se miraron un instante con mirada de complicidad.
-Vamos a tener que ir despacio.. son demasiados. - dijo Nishira.
- Yo hago lo que puedo para poder sanar vuestras heridas, pero por desgracia mis poderes son especiales en la sombra, haré cuanto pueda. -intervino Zhafira.
El mago miró a Astahendida al ver que era el más débil de la compañia, ("temo que no vamos a poder ir demasiado rápido")
- ¿Cuánto tiempo tenemos? - volvió a preguntar Presea a la compañia.
Zhafira miró el reloj de arena y puso cara de preocupación.
- No demasiado.. veintiseis minutos, esto empieza a inquietarme...
- ¡Debemos darnos prisa! -se alarmó el tauren- ¡el tiempo se nos echa encima!
Cargaron contra los no muertos que se les acercaba a atacar, más reptadores aparecian. Consiguieron liberarse los magos gracias a la pícara, pudieron derrotar a la oleada hasta casi quedarse solos ante el Zigurat y el siguiente guardián. La Maga miró a la Guardiana, era una Vanshi. Se miraron un instante, en su mente se oia la voz de la Baronesa Anastari "Haré que me sirvais y os mateis los unos a los otros", la elfa miro a la Baronesa desafiante, "eso ya lo veremos". En ese instante, Presea miró a Gheerin.
- Gheerin, .. pase lo que pase.. no quiero haceros daño.
El elfo la miró sin entender.
- ¿Qué quieres decir?
Sin contestar al mago, Presea fué directa a por la Baronesa cargando sus hechizos de hielo contra ella. "¡Si vas a hacerlo.. hazlo ya, inténtalo, conseguiré esquivar tu hechizo!" la mirada de la elfa se endurecia, pero la Vanshi esbozó una sonrisa malévola ante el desafio de la elfa. "¿Estás segura, elfa?" La Baronesa miró al mago y sus ojos se iluminaron, desapareció y se adentro en el cuerpo de Gheerin como un parásito en busca de un huésped. Presea se alarmó al darse la vuelta y ver a Gheerin con una sonrisa maliciosa y cargando la magia arcana contra ella.
- ¡NOO! -la maga intentó protegerse y esquivar sus hechizos, la compañia estaba inquieta, no sabian si atacar a Gheerin. Los magos se enfrentaron viendo como cruzaban distintas magias de todos los elementos. Presea miraba a Gheerin viendo que no era él y apretó los puños... (.. perdóname..) - ¡Atacadle! ¡No penseis que es Gheerin, debeis ir a por él!
- Pero.. -dijo Nishira con el rostro desencajado.
- ¡Haz lo que te digo! -gritó la maga y en un descuido, Gheerin la silenció dejando que no pueda invocar ningun tipo de magia, concentró la magia Arcana y las soltó como misiles contra la elfa que no pudo rebatir hasta arrebatar la vida a Presea.
- ¡PRESEA! -gritó Zhafira sobresaltada queriendo ir a su encuentro para intentar ayudarla.
- ¡ZHAFIRA DETENTE! -no dió tiempo a coger la pícara a la sacerdotisa cuando Gheerin se presento en una traslación delante de ellas esbozando de nuevo una sonrisa maliciosa.
- Tú serás la siguiente...
Zhafira, pavorida, no podia moverse. En ese momento Nishira actuó colocandose de una forma maestra detrás del mago, recibiendo varias apuñaladas ayudada del druida que intentaba aturdirlo. De repente, cuando la vida de Gheerin casi estaba en peligro, la Vanshi salió de su cuerpo casi debilitada. El mago se arrodilló ante las puñaladas de la pícara en lo cual se detuvo al ver de nuevo a la Baronesa.
- ¿Gheerin? -preguntó desconfiada la pícara con las dagas en posición de ataque.
- Si.... -dijo con voz temblorosa intentándose levantar. Zhafira aprovechó para curarle las heridas. El mago lo agradeció y miró a Presea tendida en el suelo. Apretó los puños y miró a la Vanshi con ojos llenos de ira. - ¡Vas a pagar por esto! -recargó todo su magia contra la Vanshi hasta que la mató y se desvaneció en el aire. Corrió hacia la maga sobresaltado.-¡Presea! -La incorporó.
- ¡Dejadme a mi, apartaos! -vino corriendo Zhafira a su encuentro. Se arrodilló haciendo un rezo a la luz para que su espiritu regresara a su cuerpo. El aliento de vida volvió a la maga volviendo a respirar y abrió los ojos viendo a toda la compañia preocupados.
- ¡Presea! -exclamó el mago viendo que estaba bien esbozando una sonrisa- ¿estás bien?
La maga se levanto y se tocó la cabeza algo mareada, la sacerdotisa le daba fuerzas sanando sus heridas.
- Si..
- ¡Dioses, siento tanto haberte hecho esto..! -dijo alarmado el mago- ¿Por qué no me dijiste que esto iba a pasar?
- Pensé.. que lo haria conmigo. -la elfa agacha la mirada- Si lo huviera intentado, estaba dispuesta a esquivar su hechizo... pero parece ser que esa maldita Vanshi sabia jugar más sucio...
- Debemos continuar -dijo la pícara- no podemos quedarnos aqui hablando.
Los magos asintieron. Entraron árduos al Zigurat de la guardiana Vanshi, mataron a los que rendian culto al escudo y al sello que lo protegia.
El acólito volvió a Gritar viendo que los Zigurats hacian más vulnerable la Necrópolis.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La puerta de piedra se abrió y salió un nigromante junto con un gigantesco golem de carne. Rápidamente el nigromante se arrodilló y comenzó a hablar:
- Mi señor, dos zigurats han caído y el tercero está bajo asedio – levantó la cabeza suavemente – Creo… mi señor, que os equivocasteis subesti…
La cabeza del nigromante rodó por el suelo, Lexioren desvió su mirada al Barón que empuñaba su espada bañada en sangre. El barón miró al frente y moviendo su mano izquierda hizo aparecer una gran cantidad de soldados esqueléticos armados con armas y protegidos por viejas armaduras
-Mis fieles siervos, aguardaréis aquí – desvió su mirada al gigante que con cierto aire de apetito miraba al enjaulado elfo – y tu, Ramstein, atacarás cuando… - el Barón meditó un segundo, su cara paso de cierto aire de superioridad a uno mas de preocupación
- ¿T-Tienes miedo… Barón? – dijo el elfo mientras mostraba una tenue sonrisa de burla
Yo de ti, joven elfo, si lo tendría, cuando acabe con tus patéticos amigos tu serás el siguiente.------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El escudo se debilita aun más. Salieron de ahi y caminaron hasta una siguiente oleada de no muertos donde protegian la entrada del tercer Zigurat, dieron muerte a todos ellos y llegaron a avistarlo. Brujos de la magia negra aguardaban. Corrieron hacia ellos matando a todos en derredor. Los enemigos localizaron al más débil de la compañia, el tauren, y arrebatieron contra él. La compañia protegió a su amigo tauren e impidieron que se acercaran, pero en sus espaldas, un necrófago aprovechó que no vigilaban la retaguardia y arremetió contra el tauren quitandole la vida. Una sonrisa malévola se reflejaba en el no-muerto. La compañia notó la caida del tauren desplomándose en el suelo.
- ¡ASTAHENDIDA! -gritó Zhafira. Alzó la vista hacia el no muerto con toda la ira de las sombras, convocó la palabra dolor y tortura, hasta darle el golpe de gracia convocando la muerte. Fué hacia el tauren para sanarle las heridas y reanimándole. El tauren se levantó frotándose la cabeza, sintiendose totalmente magullado por el ataque del necrófago.
- No te preocupes Astahendida, Zhafira curará tus heridas -dijo Nishira sonriendo al ver que volvia de nuevo.
-Oh.. lamento mucho que esto haya pasado.. aun tengo que entrenar mis poderes druídicos.. y tal vez os esté retrasando.. -el tauren se lamentaba con el rostro cabizbajo. Gheerin posó una mano en el hombro del tauren dandole fuerzas.
- Acudiste a la llamada de Presea cuando ninguno lo hizo. No importa si aun sigues entrenando el poder de la naturaleza, tu valor a esta empresa te ha sido más que valorada en la compañia. -el mago esbozó una sonrisa afable, y el tauren le devolvió la sonrisa sintiéndose reconfortado por sus palabras de ánimo. Vieron el Zigurat y el último guardian, un brujo bastante más poderoso que los que ayudaban a custodiarlo. Maleki el pálido, un brujo que ha simple vista infundia respeto. Desconocian sus poderes ocultos.
-Vayamos con cuidado.. -dijo Zhafira con rostro alerta.
Se acercaron los dos magos para acabar con Maleki, y aunque aparentemente parecía un brujo poderoso, lo vencieron con fácilidad. Las puertas del último Zigurat se abrieron. Entraron para derribar el escudo y a los que rendian culto a él. Un silencio invade la ciudad. Cerca, se oye el chirriar de un portón enorme que se abria poco a poco no muy lejos de donde estaban ellos. "¡¡Redoblad las filas!! ¡¡Que no pasen los vivos!!" Se oía en alguna parte de la ciudad, lo cual vinieron una oleada más de no muertos. La compañia desplegaba toda la magia que poseian, arcano, hielo, fuego, sombras, la habilidad de las dagas de la pícara, y la fúria del león druídico, cayendo de uno a uno, y en el caso de los magos, las oleadas caían en más cantidad. Quedaron exhaustos al ver que habian matado al último necrófago.
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
- Cuánto tiempo... nos queda.. -tragó saliva mientras la respiración de la pícara se agitaba.
Presea vio las arenas que casi cedian y se alarmó.
- ¡Dioses! ¡Apenas tenemos nueve minutos!
- ¡Debemos darnos brio, no podemos entretenernos! -gritó Zhafira.
La compañia corrió hasta el portón abierto. Se detienen en seco al ver qué les aguardaba.
-Maldición... -dijo el mago al ver a los Golem que escupían veneno. Estaban cosidos por todas partes, dejaban un hedor a podrido en el ambiente, con un tercer brazo a su espalda, envuelto en unas cadenas en sus brazos. No tenian abdomen, asi que se podia ver claramente los órganos vitales de esas criaturas abominables.- Esto va a ser mucho más complicado que todo lo que hemos encontrado en nuestro camino...
La compañia se tensa. La maga sin apartar la vista de esos seres, apenas sin pestañear, llama a la sacerdotisa.
- Zhafira..
-¿si Presea? -contestó.
- Voy a necesitarte.. para que nos mantengas con vida... -traga saliva mientras no aparta la vista, su poder del hielo se va concentrando por momentos en sus manos- reza todo cuanto sepas... no nos dejes caer... -los ojos de la elfa se tornan de color blanco como la nieve al concentrar tanta mágia gélida. Mira al mago con una mirada de complicidad, a lo que este asiente al ver lo que la maga pretende hacer. Una ráfaga de frio se llena alrededor de la compañia.
- Haré lo que esté en mi mano.. pero.. espero que la luz me escuche.. aunque las sombras sean mi vocación.. - la sacerdotisa se tensa dudando de si podrá soportar ese cometido. Invoca a la luz para darles un escudo sagrado a los dos magos, susurra un rezo de alivio a las almas de los magos ayudada con una oracion renovada.- "Luz... ayúdame.. concédeme tu gracia,... no me abandones ahora.. "-rezó.
Bendecidos por la sacerdotisa, corrieron hacia los Golem. La mágia de hielo se hacia poderosa, reteniendo a todos sus enemigos, congelándolos y matándoles con una ventisca de frio y hielo incandescente. La ráfaga de frio se hacia cada vez más gélida y congelada emitida por la maga. El mago reforzaba su poder de frio uniéndolo con su magia arcana.
Como salido de las sombras, un ojo de naxxaramas entró en la sala mirando con respeto al Barón, pero este no bajó la cabeza
- Mi señor, los intrusos están justo en la plaza de afuera, están luchando con los golems guardianes.
El Barón expresó su furia golpeando el suelo y haciendo surgir de el su gran corcel de pesadilla
–Estúpidos entrometidos… pagarán caro su atrevimiento…
La sacerdotisa contenia sus vidas tanto como podia, su poder empezaban a flaquear. Uno de los Golem avistó a la sacerdotisa, esbozó una sonrisa maliciosa, dejando que las babas venenosas caigan desde el labio. Corría hacia ella para impedir que siga rezando y ayudando a los magos. Zhafira miró al Golem y gritó aterrorizada. Se cubrió con un escudo sagrado para amortiguar sus golpes.
-¡¡¡AYUDADME!!!
- ¡Zhafira! -se giró la picara dejando de ayudar a los magos corriendo hacia el encuentro de la sacerdotisa.
-¡Ayúdame por favor! -gritaba mientras intentaba protegerse. Ya no le quedaba más fuerzas, su luz sanadora se iba apagando. Se arrodillaba ante los golpes, el escudo sagrado flaqueaba, y el Golem golpeaba con mucha más fuerza hasta llegar hasta ella. -¡Nashira, ayúdame!
-¡¡AGUANTA!!
La pícara corrió hacia Zhafira y apuñaló al Golem con sus dagas desde la espalda. No parecia afectarle aunque notaba como unas punzadas, giró hacia la pícara y la lanza un veneno inmovilizador. La pícara trataba de liberarse sin poder hacer nada. Vió como el Golem volvía hacia la sacerdotisa para darle el golpe de gracia, Nishira miró hacia los magos que estaban rodeados de esas criaturas pestilentes y en gran número se avalanzaban sobre ellos.
- ¡GHEERIN! ¡PRESEA!
Los magos se giraron un instante viendo como Zhafira estaba apunto de morir en manos de ese golem. Presea invocó a Hidraxys y el elemental de agua congeló los pies del golem. La maga forjó con el hielo una lanza y atravesó el cuerpo de la criatura que notó más dolor que las dagas de la pícara. Eso llamó su atención, pero antes, dejó su aliento venenoso mortal a Zhafira, para que muera poco a poco.
-¡¡ZHAFIRA, NOO!! -gritó la pícara intentando liberarse con todas sus fuerzas sin éxito.
El golem se dirigió a los magos para ayudar a los otros. La vida de la sacerdotisa se apagaba. La pícara notaba que el sortilégio del veneno inmovilizador cedía hasta que es liberada acudiendo a su compañera. Zhafira respiraba con dificultad hasta llegar a ahogarse. Su piel palidecia hasta llegar a tocar la muerte. Sus ojos estaban abiertos de la lucha. "¡¡¡ZHAFIRAAA!!!". Los magos oyeron el grito desgarrador de la pícara, pero no pudieron acudir. Sus vidas tambien corrian peligro, y su mágia estaba debilitándose.
El tauren estaba agazapado en sigilo, muy asustado. "No tengo poder para ayudarles... no tengo... poder.." cerraba los ojos con fuerza de la impotencia. "solo les soy un estorbo... no sé por qué aceptaron mi ayuda.." De pronto los magos se vieron sin poder invocar ni una sola magia elemental, no les quedaban fuerzas, estaban totalmente débiles, y los golem aprovechaban su debilidad para arremeter contra ellos. El tauren abrió los ojos viendo como sus amigos morían. "tengo que ayudarles... tengo que hacerlo..." "¡¡Vamos Astahendida!! ¡¡No permitas que cuenten como un tauren de Mulgore dejó morir a sus compañeros por cobardía!!" Se infundió valor y dejó su forma de León Druídico.
- ¡Presea, por la gracia de la madre tierra, tu magia te ha sido estimulada! -gritó el tauren mientras le infundía de nuevo la energia para volver a luchar.
Los Golem avistaron al tauren y fueron todos tras de él, de pronto el suelo empezaba a helar y el hielo aferró los pies de las criaturas. Los ojos de la elfa volvieron a enblanquecerse invocando a la Ventisca viendo como carámbanos puntiagudos de hielo caían del cielo atravesando a sus enemigos. Los Golem poco a poco caían, y las babosas venenosas que los rodeaban tambien, hasta no quedar ni uno solo de entre ellos. Toda la energía de la maga la depositó en la ventisca. Se arrodilla rendida complétamente exhausta. El mago habia perdido el conocimiento del agotamiento. Nishira estaba débil, y Zhafira muerta. El tauren corrio hasta la sacerdotisa, incorporada por Nishira que lloraba su muerte. El tauren sacó una semilla de su bolsa. Miró a Nishira que lo observaba con lágrimas en los ojos. Astahendida le sonrió.
- No temas, haré que Zhafira vuelva. -cogió el cuerpo sin vida de la elfa y la dejó en el suelo. La semilla la depositó en el pecho de la elfa e invocó unas palabras en Taurahe. El aliento de vida regresó a la sacerdotisa y abrió los ojos asustada, su respiración se agitaba y el tauren la serenó- Tranquila elfa, estás a salvo, ya no hay nadie que te dañe.
Zhafira miró a su alrededor viendo a las criaturas muertas en el suelo y a sus amigos debilitados y exhaustos. Presea esbozó una sonrisa al ver que Zhafira volvia de nuevo con ellos. El tauren devolvió las energias a la sacerdotisa y esta a su vez, sanó las heridas de sus compañeros. Todos parecian estar bien, y miraron el reloj de arena.
Rápidamente Lexioren pensó detenidamente la situación… si el Barón no lo había matado hasta ahora es porque necesitaba algo de el. Quizás aun estaba a tiempo de salvar al menos a sus compañeros.
-¡¡Maldita sea!! Solo nos quedan cuatro minutos!! -gritó el mago. Y las puertas del barón estaban cerradas. Oyeron la voz del pícaro tras las puertas.
-¡No os preocupeis por mi! ¡Regresad y vivid!
- ¡¡NO!! ¡¡REGRESARÁS CON NOSOTROS!! -gritó la maga
De pronto una oleada de necrófagos vinieron a su encuentro, y los magos los mataron con facilidad con magia arcana. Todos cayeron. Se dirigieron a la puerta del baron y la aporrearon.
- ¡Sal de una vez maldito cobarde! ¿no querias matarnos? ¡A qué esperas! -volvió a gritar la maga.
La montura del Barón se zarandeó nerviosa, este desmontó de ella arrodillándose en el suelo y comenzando a escribir una runa en el. Lexioren gracias a los entrenamientos con su maestro adivinó de que se trataba de una runa oscura, para apoyar en una batalla… sin duda el Barón jugaría con todas las ventajas posibles.
Unos fuertes golpes se oyeron desde la puerta, el Barón levantó la cabeza y sonrió, empuño su espada y señaló hacia la puerta, el golem de carne empezó a caminar hacia ella mientras se abría, la cara del Barón se volvió a iluminar
Las puertas se abrieron lentamente, y un golem de carne más temible que los que rodeaban anteriormente la plaza, salia mirandoles con ferocidad.
-¡¡Ramstein, mátalos!! -gritaba el barón desde dentro, mientras las puertas volvian a cerrarse tras el Golem
La compañia retrocedió y atacaron al golem con toda suerte de magias. La sombra de Zhafira volvia y la ayudaba a torturar y maldecir a la criatura. Era muy fuerte. Si huvieran habido todos esos golem que habian luchado antes con la misma fuerza que Ramstein, no huviesen sobrevivido ninguno, ni siquiera con toda esa cantidad. Incluso menos. El mago sale mal herido y Presea aprovechó la oportunidad de que no tenia su atención para atacarle junto con Hidraxys y la ayuda de todos sus compañeros, incluida la del tauren. Hasta que por fin, Ramstein, cayó.
Pasó no mas de un minuto y los guardias invocados se dispusieron a salir sin que el Barón diera ni una sola orden, como si ya supieran lo que debían hacer. Lexioren se levantó lentamente debido a que sus fuerzas eran nulas, escasas, necesitaba magia y alimento o moriría pero eso no era suficiente como para hacerlo callar.
-Barón… t-tus guardias no po-podrán con ellos…s-es-tas perdido…
El Barón se levantó lentamente y caminó hacia su montura
-Eres joven elfo, además de un iluso… Sé que esos soldados no aguantarán, simplemente eran un medio de distracción mientras terminaba de dibujar mi runa…ahora es el momento
Se dirigieron a la puerta golpeandola, y unos guardianes esqueletos salieron dejando las puertas de par en par. La ira de los magos hicieron que los conos de frio de ambos fueran tan poderosos que cayeran destrozados y congelados.
Entraron la compañía de rescate, la vista de Lexioren estaba ya un tanto nublada y le resultaba difícil verlos con claridad, pero sabía que eran elfos por la magia que corría por sus venas. El Barón se adelantó y los miró fijamente
Miraron al Baron unos instantes y observaron la jaula.
- Habeis firmado vuestra sentencia de muerte.. -dijo el barón con una sonrisa malévola.
La compañia vieron al pícaro. Pálido y débil.
- Tranquilo amigo, te sacaremos de ahi. -dijo el mago.
Tras pasar y dar unos pasos hacia alante, pisaron el sello maldito del suelo, consumiendo poco a poco sus vidas.
- Ya sois mios -una risa malévola rebotaba en la sala, cerrando las puertas tras de sí. -Ahora.. no podeis escapar. -El barón cargó hacia a ellos, invocando a esbirros esqueléticos que rodeaban la sala yendo hacia la compañia.
La furia de la compañia, acompañada con sus habilidades mágicas, luchaban sin cuartel contra el mago. Zhafira tenia que abandonar la sombra un instante, y rezar a la luz para sanar las heridas de sus compañeros.
La lucha era dificil, el barón era muy fuerte, y el sello maldito les consumia. El caballo del barón se defendia dando coces, mientras que el baron blandía su espada contra la magia de los magos, invocaba a los huesos de alrededor de la sala, reconstruyéndose, dándoles forma con la mágia de la nigromancia.
-¡¡Ayudadme esclavos!!
Presea vio las arenas que casi cedian y se alarmó.
- ¡Dioses! ¡Apenas tenemos nueve minutos!
- ¡Debemos darnos brio, no podemos entretenernos! -gritó Zhafira.
La compañia corrió hasta el portón abierto. Se detienen en seco al ver qué les aguardaba.
-Maldición... -dijo el mago al ver a los Golem que escupían veneno. Estaban cosidos por todas partes, dejaban un hedor a podrido en el ambiente, con un tercer brazo a su espalda, envuelto en unas cadenas en sus brazos. No tenian abdomen, asi que se podia ver claramente los órganos vitales de esas criaturas abominables.- Esto va a ser mucho más complicado que todo lo que hemos encontrado en nuestro camino...
La compañia se tensa. La maga sin apartar la vista de esos seres, apenas sin pestañear, llama a la sacerdotisa.
- Zhafira..
-¿si Presea? -contestó.
- Voy a necesitarte.. para que nos mantengas con vida... -traga saliva mientras no aparta la vista, su poder del hielo se va concentrando por momentos en sus manos- reza todo cuanto sepas... no nos dejes caer... -los ojos de la elfa se tornan de color blanco como la nieve al concentrar tanta mágia gélida. Mira al mago con una mirada de complicidad, a lo que este asiente al ver lo que la maga pretende hacer. Una ráfaga de frio se llena alrededor de la compañia.
- Haré lo que esté en mi mano.. pero.. espero que la luz me escuche.. aunque las sombras sean mi vocación.. - la sacerdotisa se tensa dudando de si podrá soportar ese cometido. Invoca a la luz para darles un escudo sagrado a los dos magos, susurra un rezo de alivio a las almas de los magos ayudada con una oracion renovada.- "Luz... ayúdame.. concédeme tu gracia,... no me abandones ahora.. "-rezó.
Bendecidos por la sacerdotisa, corrieron hacia los Golem. La mágia de hielo se hacia poderosa, reteniendo a todos sus enemigos, congelándolos y matándoles con una ventisca de frio y hielo incandescente. La ráfaga de frio se hacia cada vez más gélida y congelada emitida por la maga. El mago reforzaba su poder de frio uniéndolo con su magia arcana.
Como salido de las sombras, un ojo de naxxaramas entró en la sala mirando con respeto al Barón, pero este no bajó la cabeza
- Mi señor, los intrusos están justo en la plaza de afuera, están luchando con los golems guardianes.
El Barón expresó su furia golpeando el suelo y haciendo surgir de el su gran corcel de pesadilla
–Estúpidos entrometidos… pagarán caro su atrevimiento…
La sacerdotisa contenia sus vidas tanto como podia, su poder empezaban a flaquear. Uno de los Golem avistó a la sacerdotisa, esbozó una sonrisa maliciosa, dejando que las babas venenosas caigan desde el labio. Corría hacia ella para impedir que siga rezando y ayudando a los magos. Zhafira miró al Golem y gritó aterrorizada. Se cubrió con un escudo sagrado para amortiguar sus golpes.
-¡¡¡AYUDADME!!!
- ¡Zhafira! -se giró la picara dejando de ayudar a los magos corriendo hacia el encuentro de la sacerdotisa.
-¡Ayúdame por favor! -gritaba mientras intentaba protegerse. Ya no le quedaba más fuerzas, su luz sanadora se iba apagando. Se arrodillaba ante los golpes, el escudo sagrado flaqueaba, y el Golem golpeaba con mucha más fuerza hasta llegar hasta ella. -¡Nashira, ayúdame!
-¡¡AGUANTA!!
La pícara corrió hacia Zhafira y apuñaló al Golem con sus dagas desde la espalda. No parecia afectarle aunque notaba como unas punzadas, giró hacia la pícara y la lanza un veneno inmovilizador. La pícara trataba de liberarse sin poder hacer nada. Vió como el Golem volvía hacia la sacerdotisa para darle el golpe de gracia, Nishira miró hacia los magos que estaban rodeados de esas criaturas pestilentes y en gran número se avalanzaban sobre ellos.
- ¡GHEERIN! ¡PRESEA!
Los magos se giraron un instante viendo como Zhafira estaba apunto de morir en manos de ese golem. Presea invocó a Hidraxys y el elemental de agua congeló los pies del golem. La maga forjó con el hielo una lanza y atravesó el cuerpo de la criatura que notó más dolor que las dagas de la pícara. Eso llamó su atención, pero antes, dejó su aliento venenoso mortal a Zhafira, para que muera poco a poco.
-¡¡ZHAFIRA, NOO!! -gritó la pícara intentando liberarse con todas sus fuerzas sin éxito.
El golem se dirigió a los magos para ayudar a los otros. La vida de la sacerdotisa se apagaba. La pícara notaba que el sortilégio del veneno inmovilizador cedía hasta que es liberada acudiendo a su compañera. Zhafira respiraba con dificultad hasta llegar a ahogarse. Su piel palidecia hasta llegar a tocar la muerte. Sus ojos estaban abiertos de la lucha. "¡¡¡ZHAFIRAAA!!!". Los magos oyeron el grito desgarrador de la pícara, pero no pudieron acudir. Sus vidas tambien corrian peligro, y su mágia estaba debilitándose.
El tauren estaba agazapado en sigilo, muy asustado. "No tengo poder para ayudarles... no tengo... poder.." cerraba los ojos con fuerza de la impotencia. "solo les soy un estorbo... no sé por qué aceptaron mi ayuda.." De pronto los magos se vieron sin poder invocar ni una sola magia elemental, no les quedaban fuerzas, estaban totalmente débiles, y los golem aprovechaban su debilidad para arremeter contra ellos. El tauren abrió los ojos viendo como sus amigos morían. "tengo que ayudarles... tengo que hacerlo..." "¡¡Vamos Astahendida!! ¡¡No permitas que cuenten como un tauren de Mulgore dejó morir a sus compañeros por cobardía!!" Se infundió valor y dejó su forma de León Druídico.
- ¡Presea, por la gracia de la madre tierra, tu magia te ha sido estimulada! -gritó el tauren mientras le infundía de nuevo la energia para volver a luchar.
Los Golem avistaron al tauren y fueron todos tras de él, de pronto el suelo empezaba a helar y el hielo aferró los pies de las criaturas. Los ojos de la elfa volvieron a enblanquecerse invocando a la Ventisca viendo como carámbanos puntiagudos de hielo caían del cielo atravesando a sus enemigos. Los Golem poco a poco caían, y las babosas venenosas que los rodeaban tambien, hasta no quedar ni uno solo de entre ellos. Toda la energía de la maga la depositó en la ventisca. Se arrodilla rendida complétamente exhausta. El mago habia perdido el conocimiento del agotamiento. Nishira estaba débil, y Zhafira muerta. El tauren corrio hasta la sacerdotisa, incorporada por Nishira que lloraba su muerte. El tauren sacó una semilla de su bolsa. Miró a Nishira que lo observaba con lágrimas en los ojos. Astahendida le sonrió.
- No temas, haré que Zhafira vuelva. -cogió el cuerpo sin vida de la elfa y la dejó en el suelo. La semilla la depositó en el pecho de la elfa e invocó unas palabras en Taurahe. El aliento de vida regresó a la sacerdotisa y abrió los ojos asustada, su respiración se agitaba y el tauren la serenó- Tranquila elfa, estás a salvo, ya no hay nadie que te dañe.
Zhafira miró a su alrededor viendo a las criaturas muertas en el suelo y a sus amigos debilitados y exhaustos. Presea esbozó una sonrisa al ver que Zhafira volvia de nuevo con ellos. El tauren devolvió las energias a la sacerdotisa y esta a su vez, sanó las heridas de sus compañeros. Todos parecian estar bien, y miraron el reloj de arena.
Rápidamente Lexioren pensó detenidamente la situación… si el Barón no lo había matado hasta ahora es porque necesitaba algo de el. Quizás aun estaba a tiempo de salvar al menos a sus compañeros.
-¡¡Maldita sea!! Solo nos quedan cuatro minutos!! -gritó el mago. Y las puertas del barón estaban cerradas. Oyeron la voz del pícaro tras las puertas.
-¡No os preocupeis por mi! ¡Regresad y vivid!
- ¡¡NO!! ¡¡REGRESARÁS CON NOSOTROS!! -gritó la maga
De pronto una oleada de necrófagos vinieron a su encuentro, y los magos los mataron con facilidad con magia arcana. Todos cayeron. Se dirigieron a la puerta del baron y la aporrearon.
- ¡Sal de una vez maldito cobarde! ¿no querias matarnos? ¡A qué esperas! -volvió a gritar la maga.
La montura del Barón se zarandeó nerviosa, este desmontó de ella arrodillándose en el suelo y comenzando a escribir una runa en el. Lexioren gracias a los entrenamientos con su maestro adivinó de que se trataba de una runa oscura, para apoyar en una batalla… sin duda el Barón jugaría con todas las ventajas posibles.
Unos fuertes golpes se oyeron desde la puerta, el Barón levantó la cabeza y sonrió, empuño su espada y señaló hacia la puerta, el golem de carne empezó a caminar hacia ella mientras se abría, la cara del Barón se volvió a iluminar
Las puertas se abrieron lentamente, y un golem de carne más temible que los que rodeaban anteriormente la plaza, salia mirandoles con ferocidad.
-¡¡Ramstein, mátalos!! -gritaba el barón desde dentro, mientras las puertas volvian a cerrarse tras el Golem
La compañia retrocedió y atacaron al golem con toda suerte de magias. La sombra de Zhafira volvia y la ayudaba a torturar y maldecir a la criatura. Era muy fuerte. Si huvieran habido todos esos golem que habian luchado antes con la misma fuerza que Ramstein, no huviesen sobrevivido ninguno, ni siquiera con toda esa cantidad. Incluso menos. El mago sale mal herido y Presea aprovechó la oportunidad de que no tenia su atención para atacarle junto con Hidraxys y la ayuda de todos sus compañeros, incluida la del tauren. Hasta que por fin, Ramstein, cayó.
Pasó no mas de un minuto y los guardias invocados se dispusieron a salir sin que el Barón diera ni una sola orden, como si ya supieran lo que debían hacer. Lexioren se levantó lentamente debido a que sus fuerzas eran nulas, escasas, necesitaba magia y alimento o moriría pero eso no era suficiente como para hacerlo callar.
-Barón… t-tus guardias no po-podrán con ellos…s-es-tas perdido…
El Barón se levantó lentamente y caminó hacia su montura
-Eres joven elfo, además de un iluso… Sé que esos soldados no aguantarán, simplemente eran un medio de distracción mientras terminaba de dibujar mi runa…ahora es el momento
Se dirigieron a la puerta golpeandola, y unos guardianes esqueletos salieron dejando las puertas de par en par. La ira de los magos hicieron que los conos de frio de ambos fueran tan poderosos que cayeran destrozados y congelados.
Entraron la compañía de rescate, la vista de Lexioren estaba ya un tanto nublada y le resultaba difícil verlos con claridad, pero sabía que eran elfos por la magia que corría por sus venas. El Barón se adelantó y los miró fijamente
Miraron al Baron unos instantes y observaron la jaula.
- Habeis firmado vuestra sentencia de muerte.. -dijo el barón con una sonrisa malévola.
La compañia vieron al pícaro. Pálido y débil.
- Tranquilo amigo, te sacaremos de ahi. -dijo el mago.
Tras pasar y dar unos pasos hacia alante, pisaron el sello maldito del suelo, consumiendo poco a poco sus vidas.
- Ya sois mios -una risa malévola rebotaba en la sala, cerrando las puertas tras de sí. -Ahora.. no podeis escapar. -El barón cargó hacia a ellos, invocando a esbirros esqueléticos que rodeaban la sala yendo hacia la compañia.
La furia de la compañia, acompañada con sus habilidades mágicas, luchaban sin cuartel contra el mago. Zhafira tenia que abandonar la sombra un instante, y rezar a la luz para sanar las heridas de sus compañeros.
La lucha era dificil, el barón era muy fuerte, y el sello maldito les consumia. El caballo del barón se defendia dando coces, mientras que el baron blandía su espada contra la magia de los magos, invocaba a los huesos de alrededor de la sala, reconstruyéndose, dándoles forma con la mágia de la nigromancia.
-¡¡Ayudadme esclavos!!
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
La compañia se vio rodeada por los siervos levantados. Los magos pulverizaron a los sirvientes con ayuda de la magia arcana. Reforzaron más su poder, el barón empezó a sentir la punzada del miedo. De repente el caballo no-muerto se encabritó alzando las coces lo cual hizo tirar a su jinete. Astahendida siendo león druídico rugió ferozmente y se tiró al caballo hasta arrancar el hueso de su cuello.
Rivendare se levantó débil.
-No interferireis en los planes de mi señor...!
Una sombra aparece en la espalda del Barón haciéndose visible a una elfa.
-Tu señor.. morirá.. -dijo la pícara.
El barón abre los ojos y sin darle tiempo a girarse, la pícara le hunde en su espalda las dos espadas atravesándole el cuerpo. El Caballero de la muerte cae desplomado dejando un charco de sangre oscura.
El sello se desbaneció dejando de consumir las vidas de la compañia. Corrieron hacia la jaula para liberar al pícaro.
-G..gracias.. a-migos...
La pícara trató de forzar la cerradura hasta que consiguio abrir el candado. Astahendida ayudó al pícaro a salir de la jaula con cuidado.
-Te teniamos por muerto, elfo -dijo el tauren con una sonrisa.
-Nos has dado un buen susto -sonrió la pícara.
-No.. pod..ia salir.. de aquí. Ni po-dia usar... la piedra.. para volver. El .. Ba-rón.. -el elfo no podia continuar. Perdiendo el equilibrio cae al suelo. La compañia lo intenta levantar y Zhafira procura darle fuerzas para salir de ahi.- Gra..cias de nuevo. -el pícaro miró la piedra de hogar.- Ahora.. po-dre usarla... iré.. a la capílla... os espero.. ahi..
-Si.. nosotros saldremos de aqui ahora mismo. Pero nos aseguraremos de que te vas. -intervino el mago.
El pícaro asiente y usa la magia de la piedra de hogar. Su cuerpo desaparece.
-Salgamos de aqui -dijo Presea.
Corrieron hacia el portón de la entrada de la puerta donde entraron en la ciudad. Llamaron a sus fieles monturas y partieron directamente hacia la Capilla de la Luz donde el pícaro les aguardaba.
La luz que rodeó a Lexioren parecía calmar su dolor, ya no se encontraba en aquella húmeda sala con olor a descomposición. La luz se disipó , las figuras del comandante Eligor Albar y de la Archimaga Ángela Dosantos se formaron justo ante el.
Al conseguir distinguirlas con claridad el joven elfo agachó la cabeza - Lo siento Lord Eligor… eran muchos…
Eligor miraba con tristeza al elfo, la piel daba signos de deshidratación y las fuerzas del elfo le fallaban al tratar de incorporarse. El sacerdote de la luz, Íñigo, ya se había apresurado a levantarse para sanar las heridas del elfo, algunas de las cuales estaban infectadas, diferentes tipos de hechizos de sanación rodearon al elfo, sanando sus heridas poco a poco y tras esto, vendando las que tardarían en sanar.
La tabernera se apresuró en darle agua, y preparó algo rápido para que pudiera comer. Al ofrecerle el plato al elfo, este lo engullía de tal modo que se atragantaba. Eligor le acercó el agua y el pícaro bebió con ansia hasta que se le pasó el nudo que tenia en la garganta, lo cual decidió comer despacio.
El comandante Eligor se sentó junto a Lexioren y apoyó una mano en el hombro de este
-Bien joven elfo, cuéntanos que viste
- No… - La gran Archimaga Ángela intervino la petición del comandante- Yo me encargaré de esto
La Archimaga colocó su dedo índice y corazón sobre la frente del elfo. El elfo se quedó mirando fíjamente sus dedos. Una extraña magia sobresalía de la maga donde rápidamente pasaron por la mente de la Archimaga todas las imágenes, palabras y hechos de todo lo que había ocurrido en Stratholme antes de la captura del pícaro, y después.
-He visto sus recuerdos. - Dijo la Archimaga al finalizar el hechizo ante el pícaro, que mostraba alguna mueca de dolor ante ciertos recuerdos de tortura pasadas en ese lugar maldito. Tranquilizó al elfo posando su mano en el rostro y esbozando una sonrisa en los labios para alentarlo. Se dirigió a todos los presentes - Es hora de debatir estos asuntos… ciertamente son alarmantes.
El trotar de las monturas y el sonido de las hebillas al desmontar sus jinetes hicieron saber a Eligor que la compañía de rescate había regresado.
Al entrar en la capilla, parecia el pícaro un poco más animado, con fuerzas. El comandante Eligor y todos los Alba Argenta estaban atentos a lo que el pícaro explicaba con un poco de comida y bebida que le proporcionó la tabernera. El Comandante miró hacia la entrada viendo a la compañia mostrando una sonrisa.
-¡Y aquí está la compañia esperada!
Vitorearon a la compañía y aplaudieron, Eligor se acercó a Presea cogió su mano y la besó.
-Os estaré eternamente agradecido por acudir arduamente y rescatarle.
La elfa se sonrojó.
-Todo sea por Azeroth.
Eligor hizo una reverencia a toda la compañia con una sonrisa afable. El pícaro se acercaba a ellos con un mejor estado.
-Gracias.. muchas gracias a todos. Sin vosotros no podria haber sobrevivido y tal vez no podria cumplir mi misión en ese lugar tan siniestro.
-No es nada amigo -sonrió afable Gheerin- Aunque aún hay mucho de qué hablar referente a lo que has visto y oido. Supongo que ya has informado a Eligor sobre lo sucedido.
El picaro asiente.
-Y creo que es hora de que tambien sepais que es lo que está sucediendo -intervino Eligor.- No son buenas noticias me temo.
Los rostros de todos se tornaron serios.
-Si no os importa, necesito hablar con mis hombres sobre la visión que ha recogido la Archimaga Ángela de este joven. -Eligor hizo una reverencia.
-Por supuesto, nosotros esperaremos fuera. Y si os parece bien.. nos gustaria hablar con vuestro joven explorador, si no es mucha molestia -excusó Presea.
-En absoluto. -contestó el comandante.
-Bien- continuó diciendo la elfa- salgamos fuera, van a empezar una importante reunión y aqui les distraemos.
Los cuatro salieron fuera. Lla maga ahora se veía con mayor claridez, sin duda era hermosa y estaba claro que sabía manejar muy bien las artes mágicas, sus ojos rebosaban de cautivadoras energías.
El tauren se mostraba como una imponente figura , el frío viento hacía balancear de forma hipnotizante todos el vello de su cuerpo, jugaba con una hoja verde intensa, sin duda era de una tierra pura, leja de la corrupción, un… druida. la figura que Lexioren no reconoció dentro de la capilla, fue un elfo. Tenía el cabello muy largo y oscuro, recogido en una larga coleta, por sus atavíos y el hecho de que hubiera realizado el mismo conjuro que la maga hizo suponer a Lexioren de que se trataba de un mago.
Nuevamente la luz tocaba con sus cálidos rayos la faz de Lexioren, aquello era como una caricia después de estar enjaulado en la oscuridad. En la entrada de la iglesia había dos elfas mas, una de ellas tenía ropa ajustada, una mirada fría y oscura pero que a su vez se compensaba con una amplia sonrisa, la otra vestía una larga túnica y parecía mirar al elfo , cuando sus miradas se encontraron la elfa movió ligeramente la mano y este sintió como los conjuros de sanación de Iñigo se intensificaban… una sacerdotisa. Finalmente la maga se decantó a hablar.
-Nos alegra que estés bien, temíamos por tu vida
Todos fijaron su mirada en el joven elfo, aunque parecía estar en un estado pésimo pero sin duda aun le quedaban fuerzas.
La maga se adelantó señaló al tauren que aun observaba al elfo y parecía con mucho ahínco ayudar al joven elfo
- El es Astahendida, un gran druida de Mulgore, tierra de Taurens - las palabras de la elfa llamaron la atención del elfo, que fijo nuevamente su vista en el gran tauren, este le sonreía.
- Encantado Astahendida, gracias… - dijo el joven elfo
El tauren habló con su grave voz
– Sin duda la madre tierra te sonríe, dale las gracias a ella también.
- Ella… - dijo continuando con la presentación la maga élfica - es Zhafira, sacerdotisa del templo de Lunargenta, fue nuestra sanadora en Stratholme, sin ella esto no habría sido posible.
-Gracias - continuó diciendo el elfo - mis heridas se curan con mayor rapidez gracias a algo que has hecho…
Zhafira le dedicó una graciosa sonrisa a la vez que le guiñaba un ojo. Entonces el elfo desvió su mirada a los dos últimos miembros de la compañia que ni aún se habían presentado, esperando a que la elfa los presentara y tras eso se presentara a ella misma.
- El mago se llama Gheerin, gran mago de lunargenta y una excelente persona, tuvimos ciertos inconvenientes en Stratholme. Yo misma sufrí la cólera de su poder, es realmente poderoso, sin su ayuda no habríamos podido llegar hasta ti a tiempo.
-Encantado - dijo Gheerin mientras hacía una reverencia, Lexioren hizo lo propio después.
-Ella -dijo mientras apoyaba una mano en el hombro de la extraña elfa que parecía una asesina por su fría mirada- es Nishira, una de las mejores asesinas de Lunargenta , su delicado arte de la muerte en Stratholme nos ayudó de sobremanera.
- Encantada, me suenas de haberte visto por la ciudad - dijo mientras sonreía- entrenando en el frontal de la muerte
- Hace ya mucho tiempo que no visito la capital… - parecía que reviviera malos recuerdos - Aun asi gracias Nishira, un placer- la elfa se guardó en su cinto una de las armas con las que jugaba mientras hablaba con el elfo. Ahora este desvió su mirada a la maga, esta le miró unos instantes pero al no decir nada este habló por ella
-¿Y vos sois?
-Ah -a la vez que se colocaba una mano en el pecho refiriendose a ella misma - Yo soy Presea Loren'thar, maga de las fuerzas del Kirin Tor pero colaboradora con el Alba argenta, Eligor me informó de tu partida… estaba preocupado por tí, también yo sentí lo ocurrido aquel día en Naxxarramas ,y al saber de tu partida ,pero no de tu regreso, me puse manos a la obra
La elfa miró a todos los presentes y de nuevo posó su vista en el joven elfo - Conseguí la ayuda de todos estos valientes y con ellos empezamos el rescate
-Vaya - dijo Lexioren al terminar de hablar la elfa - en tal caso… muchísimas gracias a todos
Todos le miraron con cara de serenidad, algún que otro mas bien con una mueca de preocupación
-Nos alegra que al final haya salido bien - dijo Zhafira mientras se acercaba a Presea
El Tauren se adelantó y puso una de sus fornidas manos en el hombro de Lexioren
- Eh, pero no nos has dicho tu nombre joven, ¿como te llamas?
-Lexioren . -dijo este tras respirar con dificultad- Me llamo Lexioren
-Eres valiente, Lexioren - dijo Nishira.
Rivendare se levantó débil.
-No interferireis en los planes de mi señor...!
Una sombra aparece en la espalda del Barón haciéndose visible a una elfa.
-Tu señor.. morirá.. -dijo la pícara.
El barón abre los ojos y sin darle tiempo a girarse, la pícara le hunde en su espalda las dos espadas atravesándole el cuerpo. El Caballero de la muerte cae desplomado dejando un charco de sangre oscura.
El sello se desbaneció dejando de consumir las vidas de la compañia. Corrieron hacia la jaula para liberar al pícaro.
-G..gracias.. a-migos...
La pícara trató de forzar la cerradura hasta que consiguio abrir el candado. Astahendida ayudó al pícaro a salir de la jaula con cuidado.
-Te teniamos por muerto, elfo -dijo el tauren con una sonrisa.
-Nos has dado un buen susto -sonrió la pícara.
-No.. pod..ia salir.. de aquí. Ni po-dia usar... la piedra.. para volver. El .. Ba-rón.. -el elfo no podia continuar. Perdiendo el equilibrio cae al suelo. La compañia lo intenta levantar y Zhafira procura darle fuerzas para salir de ahi.- Gra..cias de nuevo. -el pícaro miró la piedra de hogar.- Ahora.. po-dre usarla... iré.. a la capílla... os espero.. ahi..
-Si.. nosotros saldremos de aqui ahora mismo. Pero nos aseguraremos de que te vas. -intervino el mago.
El pícaro asiente y usa la magia de la piedra de hogar. Su cuerpo desaparece.
-Salgamos de aqui -dijo Presea.
Corrieron hacia el portón de la entrada de la puerta donde entraron en la ciudad. Llamaron a sus fieles monturas y partieron directamente hacia la Capilla de la Luz donde el pícaro les aguardaba.
La luz que rodeó a Lexioren parecía calmar su dolor, ya no se encontraba en aquella húmeda sala con olor a descomposición. La luz se disipó , las figuras del comandante Eligor Albar y de la Archimaga Ángela Dosantos se formaron justo ante el.
Al conseguir distinguirlas con claridad el joven elfo agachó la cabeza - Lo siento Lord Eligor… eran muchos…
Eligor miraba con tristeza al elfo, la piel daba signos de deshidratación y las fuerzas del elfo le fallaban al tratar de incorporarse. El sacerdote de la luz, Íñigo, ya se había apresurado a levantarse para sanar las heridas del elfo, algunas de las cuales estaban infectadas, diferentes tipos de hechizos de sanación rodearon al elfo, sanando sus heridas poco a poco y tras esto, vendando las que tardarían en sanar.
La tabernera se apresuró en darle agua, y preparó algo rápido para que pudiera comer. Al ofrecerle el plato al elfo, este lo engullía de tal modo que se atragantaba. Eligor le acercó el agua y el pícaro bebió con ansia hasta que se le pasó el nudo que tenia en la garganta, lo cual decidió comer despacio.
El comandante Eligor se sentó junto a Lexioren y apoyó una mano en el hombro de este
-Bien joven elfo, cuéntanos que viste
- No… - La gran Archimaga Ángela intervino la petición del comandante- Yo me encargaré de esto
La Archimaga colocó su dedo índice y corazón sobre la frente del elfo. El elfo se quedó mirando fíjamente sus dedos. Una extraña magia sobresalía de la maga donde rápidamente pasaron por la mente de la Archimaga todas las imágenes, palabras y hechos de todo lo que había ocurrido en Stratholme antes de la captura del pícaro, y después.
-He visto sus recuerdos. - Dijo la Archimaga al finalizar el hechizo ante el pícaro, que mostraba alguna mueca de dolor ante ciertos recuerdos de tortura pasadas en ese lugar maldito. Tranquilizó al elfo posando su mano en el rostro y esbozando una sonrisa en los labios para alentarlo. Se dirigió a todos los presentes - Es hora de debatir estos asuntos… ciertamente son alarmantes.
El trotar de las monturas y el sonido de las hebillas al desmontar sus jinetes hicieron saber a Eligor que la compañía de rescate había regresado.
Al entrar en la capilla, parecia el pícaro un poco más animado, con fuerzas. El comandante Eligor y todos los Alba Argenta estaban atentos a lo que el pícaro explicaba con un poco de comida y bebida que le proporcionó la tabernera. El Comandante miró hacia la entrada viendo a la compañia mostrando una sonrisa.
-¡Y aquí está la compañia esperada!
Vitorearon a la compañía y aplaudieron, Eligor se acercó a Presea cogió su mano y la besó.
-Os estaré eternamente agradecido por acudir arduamente y rescatarle.
La elfa se sonrojó.
-Todo sea por Azeroth.
Eligor hizo una reverencia a toda la compañia con una sonrisa afable. El pícaro se acercaba a ellos con un mejor estado.
-Gracias.. muchas gracias a todos. Sin vosotros no podria haber sobrevivido y tal vez no podria cumplir mi misión en ese lugar tan siniestro.
-No es nada amigo -sonrió afable Gheerin- Aunque aún hay mucho de qué hablar referente a lo que has visto y oido. Supongo que ya has informado a Eligor sobre lo sucedido.
El picaro asiente.
-Y creo que es hora de que tambien sepais que es lo que está sucediendo -intervino Eligor.- No son buenas noticias me temo.
Los rostros de todos se tornaron serios.
-Si no os importa, necesito hablar con mis hombres sobre la visión que ha recogido la Archimaga Ángela de este joven. -Eligor hizo una reverencia.
-Por supuesto, nosotros esperaremos fuera. Y si os parece bien.. nos gustaria hablar con vuestro joven explorador, si no es mucha molestia -excusó Presea.
-En absoluto. -contestó el comandante.
-Bien- continuó diciendo la elfa- salgamos fuera, van a empezar una importante reunión y aqui les distraemos.
Los cuatro salieron fuera. Lla maga ahora se veía con mayor claridez, sin duda era hermosa y estaba claro que sabía manejar muy bien las artes mágicas, sus ojos rebosaban de cautivadoras energías.
El tauren se mostraba como una imponente figura , el frío viento hacía balancear de forma hipnotizante todos el vello de su cuerpo, jugaba con una hoja verde intensa, sin duda era de una tierra pura, leja de la corrupción, un… druida. la figura que Lexioren no reconoció dentro de la capilla, fue un elfo. Tenía el cabello muy largo y oscuro, recogido en una larga coleta, por sus atavíos y el hecho de que hubiera realizado el mismo conjuro que la maga hizo suponer a Lexioren de que se trataba de un mago.
Nuevamente la luz tocaba con sus cálidos rayos la faz de Lexioren, aquello era como una caricia después de estar enjaulado en la oscuridad. En la entrada de la iglesia había dos elfas mas, una de ellas tenía ropa ajustada, una mirada fría y oscura pero que a su vez se compensaba con una amplia sonrisa, la otra vestía una larga túnica y parecía mirar al elfo , cuando sus miradas se encontraron la elfa movió ligeramente la mano y este sintió como los conjuros de sanación de Iñigo se intensificaban… una sacerdotisa. Finalmente la maga se decantó a hablar.
-Nos alegra que estés bien, temíamos por tu vida
Todos fijaron su mirada en el joven elfo, aunque parecía estar en un estado pésimo pero sin duda aun le quedaban fuerzas.
La maga se adelantó señaló al tauren que aun observaba al elfo y parecía con mucho ahínco ayudar al joven elfo
- El es Astahendida, un gran druida de Mulgore, tierra de Taurens - las palabras de la elfa llamaron la atención del elfo, que fijo nuevamente su vista en el gran tauren, este le sonreía.
- Encantado Astahendida, gracias… - dijo el joven elfo
El tauren habló con su grave voz
– Sin duda la madre tierra te sonríe, dale las gracias a ella también.
- Ella… - dijo continuando con la presentación la maga élfica - es Zhafira, sacerdotisa del templo de Lunargenta, fue nuestra sanadora en Stratholme, sin ella esto no habría sido posible.
-Gracias - continuó diciendo el elfo - mis heridas se curan con mayor rapidez gracias a algo que has hecho…
Zhafira le dedicó una graciosa sonrisa a la vez que le guiñaba un ojo. Entonces el elfo desvió su mirada a los dos últimos miembros de la compañia que ni aún se habían presentado, esperando a que la elfa los presentara y tras eso se presentara a ella misma.
- El mago se llama Gheerin, gran mago de lunargenta y una excelente persona, tuvimos ciertos inconvenientes en Stratholme. Yo misma sufrí la cólera de su poder, es realmente poderoso, sin su ayuda no habríamos podido llegar hasta ti a tiempo.
-Encantado - dijo Gheerin mientras hacía una reverencia, Lexioren hizo lo propio después.
-Ella -dijo mientras apoyaba una mano en el hombro de la extraña elfa que parecía una asesina por su fría mirada- es Nishira, una de las mejores asesinas de Lunargenta , su delicado arte de la muerte en Stratholme nos ayudó de sobremanera.
- Encantada, me suenas de haberte visto por la ciudad - dijo mientras sonreía- entrenando en el frontal de la muerte
- Hace ya mucho tiempo que no visito la capital… - parecía que reviviera malos recuerdos - Aun asi gracias Nishira, un placer- la elfa se guardó en su cinto una de las armas con las que jugaba mientras hablaba con el elfo. Ahora este desvió su mirada a la maga, esta le miró unos instantes pero al no decir nada este habló por ella
-¿Y vos sois?
-Ah -a la vez que se colocaba una mano en el pecho refiriendose a ella misma - Yo soy Presea Loren'thar, maga de las fuerzas del Kirin Tor pero colaboradora con el Alba argenta, Eligor me informó de tu partida… estaba preocupado por tí, también yo sentí lo ocurrido aquel día en Naxxarramas ,y al saber de tu partida ,pero no de tu regreso, me puse manos a la obra
La elfa miró a todos los presentes y de nuevo posó su vista en el joven elfo - Conseguí la ayuda de todos estos valientes y con ellos empezamos el rescate
-Vaya - dijo Lexioren al terminar de hablar la elfa - en tal caso… muchísimas gracias a todos
Todos le miraron con cara de serenidad, algún que otro mas bien con una mueca de preocupación
-Nos alegra que al final haya salido bien - dijo Zhafira mientras se acercaba a Presea
El Tauren se adelantó y puso una de sus fornidas manos en el hombro de Lexioren
- Eh, pero no nos has dicho tu nombre joven, ¿como te llamas?
-Lexioren . -dijo este tras respirar con dificultad- Me llamo Lexioren
-Eres valiente, Lexioren - dijo Nishira.
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
-Sí, pero lo que hizo fue muy imprudente- añadió Presea al momento - Y bien… ¿que viste? - Lexioren parecía absorto en sus propios pensamientos pero la elfa le sacó de ellos llamandole la atención -Lexioren… ¡¿Que viste?!
Lexioren se sobresaltó , miró a Presea, ésta le cogía del hombro de forma cariñosa para tranquilizarlo, después miró a los demás… Lexioren estaba confuso, tras un esfuerzo se incorporó y miró al norte, aunque una neblina marrón no permitía ver claramente la lejanía se apreciaba, allá al norte, la increíble necrópolis de Naxxarramas, éste la observó largo tiempo, finalmente suspiró hondo y comenzó su relato.
-Vereis, partí de Lunargenta hace cierto tiempo… elegí un camino que pocos deciden elegir, pero eso es una historia aparte, mi maestro me dio tiempo libre y acepté unos trabajos que me mandó Adon, es un guardián de la estrada a nuestras tierras… pero al poco de empezar…
Las piernas le fallaron y apunto estuvo de caer al suelo, Astahendida le cogió del brazo antes de que este cayera.
Presea se sentó delante de el, sobre la hierba oscura.
-Mejor siéntate, no te has recuperado aún, además tienes heridas que tardarán en sanar - el elfo asintió - continúa, por favor.
-Si... será lo mejor. -El tauren le ayudó a sentarse y este cogió aliento para continuar su relato.- Bueno… tras aquel suceso vine a la capilla y le comuniqué a Eligor que quería ir, aunque pareció preoupado al final me permitió aventurarme en Stratholme pero…
Todos aguardaron impacientes a que la historia continuara, Gheerin se acercó al joven elfo
-Sé y noto que no te encuentras nada bien, pero haz un esfuerzo, intenta recordar. No te esfuerces demasiado, tómate tu tiempo.
No pasó ni un minuto , Lexioren levantó la vista al frente y continuó con su relato:
-Llegué a Stratholme sin inconvenientes, no había nadie en sus calles, ni no-muertos ni demonios… nada. Hasta que llegue a la plaza central… - Lexioren trataba de recordar, intentando buscar las palabras mas exactas y precisas
-¿Qué? ¿Qué viste? - dijo Nishira con impaciencia
-Eran… cientos - todos dibujaron una mueca de curiosidad e intriga - cientos de no-muertos, agrupados en la plaza - las caras de todos se tornaron a unos rostros de seria preocupación - el Barón RIvendare les hablaba a todos de una futura gran victoria… de un poder… pero el ojo, un ojo… me vio! ¡no pude hacer nada!
Presea se acercó al joven elfo y le puse una de sus delicadas manos sobre el hombro, animándole, Astahendida hizo lo mismo
Zhaphira se apresuró a hablar - No te preocupes, no hubieras podido con todos ellos solo, no te avergüences por ello.
Lexioren respiraba con dificultad, aquellos recuerdos le provocaban náuseas
-¿Y bien?- dijo Gheerin refiriéndose a Presea- ¿Qué vamos a hacer?
-Sería muy precipitado ir a por ellos ahora… sin duda no puede haber otra cosa tras esto que Kel´thuzad
Un silencio prolongado los rodeó a todos, pronto Presea se dio cuenta de se había apresurado demasiado a hablar, Zhafira levantó la voz:
- … ¿él?… ¿por qué?
- No lo sé, pero sabemos que es el señor de esa necrópolis y dirige las fuerzas de la plaga aqui en Azeroth, además dudo que … -todos la miraron, curiosos por oir terminar la frase- dudo mucho que "él" en persona esté detras de esto
Todos se miraron mutuamente, sabían a quien se refería <El rey Lich… Arthas>
-Bueno -intervino de nuevo Presea - por ahora deberíamos buscar información al respecto e intentar conseguir toda la ayuda posible
Todos asintieron.
-Asi pues, es hora de marcharse -sacó una runa de su bolsa y concentró su poder haciendo aparecer un portal, de reducido tamaño, pero por el cual hasta el propio tauren cabía - Adelante.
Uno a uno atravesaron el portal, era como si una cálida luz parpadeante le rodeara, rápidamente el bancal de la luz de Shattrah tomó forma entorno al elfo. Allí Zhafira y Nishidra se fueron, al poco después también Astahendida. Lexioren se despedía de cada uno agradeciéndoles nuevamente el haberle rescatado y estos al marcharse se despedían haciendo la promesa de que ayudarían en todo lo posible.
Finalmente solo quedaban Presea, Gheerin y Lexioren, éste meditó durante unos segundos, aunque Presea le hizo volver en sí al preguntar nuevamente:
-Bueno, ¿Dónde podríamos buscar información al respecto? … ¿alguna idea?
Ambos elfos pensaron detenidamente, pero al final fue Gheerin el que habló primero:
-Scholomance -dijo sin pensarlo dos veces - posee en su interior una enorme biblioteca, seguro que allí poseen información valiosa sobre la plaga, claro que… no nos dejarán entrar por las buenas - dijo con una pícara sonrisa
Presea asintió con la cabeza
Lexioren pensaba en silencio diferentes lugares a los que podrían ir
<Seguro que la biblioteca de Ventormenta posee escritos de Lordaeron… aunque los renegados forman parte de la misma plaga… o almenos formaban, seguro que ellos saben algo, o quizás..>
-Lexioren - dijo Presea a la vez que este abandonaba sus pensamientos - ¿Alguna idea?
- Bueno, pensaba diferentes lugares pero…-rápidamente una idea le hizo abrir los ojos- ya sé - dijo nuevamente con seguridad- Mi maestro posee avanzados conocimientos sobre magia, la plaga y demonios, puedo preguntarle , seguro que me dará información o, como mínimo, me dirá donde obtenerla
Presea le miró detenidamente, este hizo lo mismo pero su imagen le dañaba, le obligaba a recordar dolorosos recuerdos pasados, rápidamente agachó la cabeza, evitando la mirada de esta - Me voy, buscaré a mi maestro y le preguntaré, volveremos a vernos Presea, no olvidaré fácilmente, y gracias Gheerin, por sacarme de Stratholme, gracias a ti también Presea
Ambos elfos observaron a Lexioren, este se alejó andando mientras sacaba una fina tela, se tapaba los ojos, y se fundía con las sombras.
Los magos se quedaron solos en el bancal de la Luz y ambos esbozaron una sonrisa fugaz. Presea se dispuso a partir, no sin antes despedirse.
- Aún nos esperan nuevas cosas qué descubrir. Mientras tanto, creo que es hora de que descansemos y mañana meditemos en algun tipo de posibilidad de búsqueda en esta nueva empresa. -Sonrió afable la elfa y con una gracia reverencia se giró para partir.- Aldiel Shalah Gheerin.
- Espera. -dijo Gheerin con voz apagada. La elfa se paró en seco y volvió a mirar al elfo. Su rostro parecia triste e inquieto.- Queria disculparme por el incidente en el que la baronesa poseyó mi cuerpo y te arrebató la vida... debí de estar más atento. Jamás me lo perdonaré.
La elfa se acercó al mago y posó la mano en su hombro con una sonrisa amable.
- No hay nada que disculpar, la culpa no fue tuya. Agradezco de veras que hallas venido junto a todos nosotros en este cometido. Creo que sin tí, jamás lo huvieramos hecho posible. Que tu rostro no decaiga por algo que no tiene sentido recordar.
Gheerin esbozó una tenue sonrisa, aunque continuó preocupado. Se despidieron en el bancal.
¿Qué nuevos cometidos les esperan? ¿Qué sucederá?
Lexioren se sobresaltó , miró a Presea, ésta le cogía del hombro de forma cariñosa para tranquilizarlo, después miró a los demás… Lexioren estaba confuso, tras un esfuerzo se incorporó y miró al norte, aunque una neblina marrón no permitía ver claramente la lejanía se apreciaba, allá al norte, la increíble necrópolis de Naxxarramas, éste la observó largo tiempo, finalmente suspiró hondo y comenzó su relato.
-Vereis, partí de Lunargenta hace cierto tiempo… elegí un camino que pocos deciden elegir, pero eso es una historia aparte, mi maestro me dio tiempo libre y acepté unos trabajos que me mandó Adon, es un guardián de la estrada a nuestras tierras… pero al poco de empezar…
Las piernas le fallaron y apunto estuvo de caer al suelo, Astahendida le cogió del brazo antes de que este cayera.
Presea se sentó delante de el, sobre la hierba oscura.
-Mejor siéntate, no te has recuperado aún, además tienes heridas que tardarán en sanar - el elfo asintió - continúa, por favor.
-Si... será lo mejor. -El tauren le ayudó a sentarse y este cogió aliento para continuar su relato.- Bueno… tras aquel suceso vine a la capilla y le comuniqué a Eligor que quería ir, aunque pareció preoupado al final me permitió aventurarme en Stratholme pero…
Todos aguardaron impacientes a que la historia continuara, Gheerin se acercó al joven elfo
-Sé y noto que no te encuentras nada bien, pero haz un esfuerzo, intenta recordar. No te esfuerces demasiado, tómate tu tiempo.
No pasó ni un minuto , Lexioren levantó la vista al frente y continuó con su relato:
-Llegué a Stratholme sin inconvenientes, no había nadie en sus calles, ni no-muertos ni demonios… nada. Hasta que llegue a la plaza central… - Lexioren trataba de recordar, intentando buscar las palabras mas exactas y precisas
-¿Qué? ¿Qué viste? - dijo Nishira con impaciencia
-Eran… cientos - todos dibujaron una mueca de curiosidad e intriga - cientos de no-muertos, agrupados en la plaza - las caras de todos se tornaron a unos rostros de seria preocupación - el Barón RIvendare les hablaba a todos de una futura gran victoria… de un poder… pero el ojo, un ojo… me vio! ¡no pude hacer nada!
Presea se acercó al joven elfo y le puse una de sus delicadas manos sobre el hombro, animándole, Astahendida hizo lo mismo
Zhaphira se apresuró a hablar - No te preocupes, no hubieras podido con todos ellos solo, no te avergüences por ello.
Lexioren respiraba con dificultad, aquellos recuerdos le provocaban náuseas
-¿Y bien?- dijo Gheerin refiriéndose a Presea- ¿Qué vamos a hacer?
-Sería muy precipitado ir a por ellos ahora… sin duda no puede haber otra cosa tras esto que Kel´thuzad
Un silencio prolongado los rodeó a todos, pronto Presea se dio cuenta de se había apresurado demasiado a hablar, Zhafira levantó la voz:
- … ¿él?… ¿por qué?
- No lo sé, pero sabemos que es el señor de esa necrópolis y dirige las fuerzas de la plaga aqui en Azeroth, además dudo que … -todos la miraron, curiosos por oir terminar la frase- dudo mucho que "él" en persona esté detras de esto
Todos se miraron mutuamente, sabían a quien se refería <El rey Lich… Arthas>
-Bueno -intervino de nuevo Presea - por ahora deberíamos buscar información al respecto e intentar conseguir toda la ayuda posible
Todos asintieron.
-Asi pues, es hora de marcharse -sacó una runa de su bolsa y concentró su poder haciendo aparecer un portal, de reducido tamaño, pero por el cual hasta el propio tauren cabía - Adelante.
Uno a uno atravesaron el portal, era como si una cálida luz parpadeante le rodeara, rápidamente el bancal de la luz de Shattrah tomó forma entorno al elfo. Allí Zhafira y Nishidra se fueron, al poco después también Astahendida. Lexioren se despedía de cada uno agradeciéndoles nuevamente el haberle rescatado y estos al marcharse se despedían haciendo la promesa de que ayudarían en todo lo posible.
Finalmente solo quedaban Presea, Gheerin y Lexioren, éste meditó durante unos segundos, aunque Presea le hizo volver en sí al preguntar nuevamente:
-Bueno, ¿Dónde podríamos buscar información al respecto? … ¿alguna idea?
Ambos elfos pensaron detenidamente, pero al final fue Gheerin el que habló primero:
-Scholomance -dijo sin pensarlo dos veces - posee en su interior una enorme biblioteca, seguro que allí poseen información valiosa sobre la plaga, claro que… no nos dejarán entrar por las buenas - dijo con una pícara sonrisa
Presea asintió con la cabeza
Lexioren pensaba en silencio diferentes lugares a los que podrían ir
<Seguro que la biblioteca de Ventormenta posee escritos de Lordaeron… aunque los renegados forman parte de la misma plaga… o almenos formaban, seguro que ellos saben algo, o quizás..>
-Lexioren - dijo Presea a la vez que este abandonaba sus pensamientos - ¿Alguna idea?
- Bueno, pensaba diferentes lugares pero…-rápidamente una idea le hizo abrir los ojos- ya sé - dijo nuevamente con seguridad- Mi maestro posee avanzados conocimientos sobre magia, la plaga y demonios, puedo preguntarle , seguro que me dará información o, como mínimo, me dirá donde obtenerla
Presea le miró detenidamente, este hizo lo mismo pero su imagen le dañaba, le obligaba a recordar dolorosos recuerdos pasados, rápidamente agachó la cabeza, evitando la mirada de esta - Me voy, buscaré a mi maestro y le preguntaré, volveremos a vernos Presea, no olvidaré fácilmente, y gracias Gheerin, por sacarme de Stratholme, gracias a ti también Presea
Ambos elfos observaron a Lexioren, este se alejó andando mientras sacaba una fina tela, se tapaba los ojos, y se fundía con las sombras.
Los magos se quedaron solos en el bancal de la Luz y ambos esbozaron una sonrisa fugaz. Presea se dispuso a partir, no sin antes despedirse.
- Aún nos esperan nuevas cosas qué descubrir. Mientras tanto, creo que es hora de que descansemos y mañana meditemos en algun tipo de posibilidad de búsqueda en esta nueva empresa. -Sonrió afable la elfa y con una gracia reverencia se giró para partir.- Aldiel Shalah Gheerin.
- Espera. -dijo Gheerin con voz apagada. La elfa se paró en seco y volvió a mirar al elfo. Su rostro parecia triste e inquieto.- Queria disculparme por el incidente en el que la baronesa poseyó mi cuerpo y te arrebató la vida... debí de estar más atento. Jamás me lo perdonaré.
La elfa se acercó al mago y posó la mano en su hombro con una sonrisa amable.
- No hay nada que disculpar, la culpa no fue tuya. Agradezco de veras que hallas venido junto a todos nosotros en este cometido. Creo que sin tí, jamás lo huvieramos hecho posible. Que tu rostro no decaiga por algo que no tiene sentido recordar.
Gheerin esbozó una tenue sonrisa, aunque continuó preocupado. Se despidieron en el bancal.
¿Qué nuevos cometidos les esperan? ¿Qué sucederá?
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
[comentarios]
Por petición de un par de niñas, he publicado aqui una trama que hicimos hace tiempo junto con Nishira ^^ Espero que os guste.
Por petición de un par de niñas, he publicado aqui una trama que hicimos hace tiempo junto con Nishira ^^ Espero que os guste.
Presea- En La Brecha
- Cantidad de envíos : 31
Edad : 45
Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
Bruuutal! Enhorabuena por la historia Pre, tanto la trama como los personajes molan un montón >_<!!! Gracias por postearla!!
Nïshira es mi picarilla,aunq ahora mismo no esta en este servidor.
Esta historia la creo y la redacto Presea, y la roleamos en su momento todos los que salimos allí, la verdad que fue muy divertido, era cuando yo empeze a rolear un poco y me lo pasé genial ^_^
Gracias Leniah!
Nïshira es mi picarilla,aunq ahora mismo no esta en este servidor.
Esta historia la creo y la redacto Presea, y la roleamos en su momento todos los que salimos allí, la verdad que fue muy divertido, era cuando yo empeze a rolear un poco y me lo pasé genial ^_^
Gracias Leniah!
Alëyah- Soy MUY Cansino
- Cantidad de envíos : 756
Edad : 35
Localización : Barcelona
Fecha de inscripción : 18/01/2009
Re: Rescate en Stratholme
Joer Pre que arte tienes jodia XDDDD ma molao musho
Sayax- Maestro de Lore
- Cantidad de envíos : 1625
Edad : 34
Localización : Madrid
Fecha de inscripción : 18/01/2009
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 14 Ago 2013 - 0:47 por batisjunior
» Ysendra Venture "la Errante"
Jue 22 Nov 2012 - 14:22 por Edrahil
» Un dos, probando
Jue 22 Nov 2012 - 13:34 por Nyassa
» ¿Quieres formar parte de Capas de la Tormenta? enterate de como!
Miér 21 Nov 2012 - 12:47 por Admin
» Non Serviam, Mist of Pandaria
Jue 27 Sep 2012 - 18:20 por Sayax
» Mist of Pandaria
Vie 31 Ago 2012 - 17:13 por Edrahil
» hola gente
Vie 31 Ago 2012 - 12:04 por Edrahil
» Echando raíces
Lun 6 Jun 2011 - 23:14 por Alëyah
» Cuando una vida se apaga
Miér 1 Jun 2011 - 19:29 por Alëyah
» Aliados Secretos
Lun 23 Mayo 2011 - 14:01 por Admin