Zarp

El trol entró por la casa de su padre no antes de darse un leñazo contra el marco de la puerta, se frotó la cabeza y caminó hasta la cocina. Al llegar, vio a su padre subido en un taburete, removiendo con su cuchara de palo, uno de sus famosos platos de salsa de chili. El goblin miró a su hijo de reojo y levantó una ceja.

-Vaya, te noto muy feliz ¿Qué te ha pasado?¿Has encontrado algún nuevo cliente a quien poder vender tus nuevos cacharros?

El trol negó aun con la sonrisa en la boca

-Entonces ¿Qué te pasa?

- Al fin han vis´to que los trols somos una raza su´peio y tengo un nuevo ca´go en el ba´tion papa

El goblin saltó del taburete con la cuchara llena de salsa de chili, soplando con cuidado se acercó a su querido hijo, que bueno, era su hijo porqué el destino fue un poco bromista, pero al caso…

-Vaya, eso hay que celebrarlo ¿Se lo has dicho a Nutt ya? ¿ Y a tus hijas?

El trol negó, cogió con cuidado la cuchara llena de chili y sin soplar ni nada, se lo metió en la boca, engullendo la salsa picante como si de un pato se tratase.

-Nog…ahogra mismgo march´gra a dechirgñelo…

El goblin meneo la cabeza, confirmando lo que él creía, que no había entendido nada de nada, pero aun así sonrió en un gesto afirmativo.

-Bien! Pues no esperes mas y corre a decírselos! Seguro que se llevan una grata sorpresa!

El trol se levantó rápidamente y marchó por al puerta, no antes sin darse otro encontronazo contra el marco de esta. El ser minúsculo y verde veía como su hijo se marchaba por la puerta y susurraba algo para si mismo.

-Espero, hijo mío, que no se te suba el poder a tu loca cabeza…

El goblin sonrió de nuevo, se giró para seguir con su querida salsa, pero observó como un bicho peludo y mal oliente estaba rebañando con su lengua lo que quedaba de ella.

-Oh……no…

El goblin miró a los ojos de la hiena, inyectados en sangre y con una sonrisa loca y desalmada

La hiena miró al goblin, confesándole con sus ojitos, que tendría que volver a cambiar todos los muebles