[Introduccion del personaje] Nerah: El Exilio de una Quel'dorei
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[Introduccion del personaje] Nerah: El Exilio de una Quel'dorei
[COMENTARIO ANTES DE LA INTRODUCCIÓN]
Este personaje no está en Shen'dralar, es un personaje que tengo en mi servidor y que quise darle una historia de introducción. La estoy escribiendo poco a poco, espero que os guste.
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Lordaeron.
Reino donde se forjó la Alianza de los siete reinos, liderados por Lord Arathor en el que algunas razas se unieron a la causa para enfrentarse a la horda que amenazaban con invadir los reinos del Este donde residían humanos, enanos y elfos nobles, los conocidos como los Quel'dorei.
Cuando por fin fue vencida, por un giro inesperado, después de que los dos grandes lideres de la horda se separaron, fueron reducidos y confinados en varios lugares del sur de los Reinos del Este.
Con el tiempo, la alianza se iba debilitando poco a poco, dividiéndose por las disputas de territorios y la decreciente influencia política hasta que solo quedaron pocos de los reinos unidos por la causa. La mayoría de los Quel'dorei se marcharon hacia Lunargenta rescindiendo de su lealtad hacia la alianza argumentando que el pobre liderazgo de los humanos los había llevado al incendio de sus bosques durante la Segunda Guerra. El rey Terenas Menethil II luchó contra su impaciencia y les recordó a los elfos que no hubiera quedado nada de Quel’Thalas si no fuera por miles de valientes humanos que sacrificaron su vida para defenderlos. A pesar de todo, los elfos decidieron tercamente seguir con su respuesta.
Aunque la Alianza estaba en baja, el rey Terenas todavía contaba con aliados. Tanto el almirante Proudmoore de Kul Tiras como el joven rey Varian Wrynn de Azeroth permanecieron unidos a la Alianza. Además, los magos de Kirin Tor, liderados por Antonidas, prometieron el apoyo de Dalaran al rey Terenas junto con el rey de los enanos Magni Barbabronce, prometió que los enanos de Ironforge mantendrían su deuda de honor con la Alianza.
Los ojos de la joven elfa permanecían cerrados, recostada en el hombro de su padre que tiernamente la observaba mientras viajaban en un carruaje hasta Lordaeron. Habían residido durante algunos años en Ventormenta por asuntos militares.
Todos sus recuerdos de su querida Quel'thalas habían quedado atrás, sus recuerdos, sus bosques... Prefirieron que solo quedara en un recuerdo hermoso en sus mentes, y no en como sus hermanos habían decidido por decisiones egoístas apartarse de las personas que habían luchado y sacrificado sus vidas.
Gamaliel suspiraba ante un recuerdo, hermoso, pero triste. Su amada Amelia, su esposa. Años después del nacimiento de Nerah murió en la guerra, quedando solamente su hija. Era su viva imagen: Sus cabellos rojizos, la misma mirada penetrante azul celeste, incluso sus manos. Salvo la parte de la nariz hasta el mentón en el cual se apreciaba los rasgos de la familia Loren'thar. Esbozó una sonrisa al ver que se incorporaba bien en su hombro mientras dormía, dándole un cálido beso en su cabeza.
Miró hacia la derecha, contemplando que poco a poco se iban acercando a las tierras de Arathi. Lordaeron estaba cerca. Le habían llamado de un asunto urgente sobre noticias del norte muy inquietantes. Su maestro paladin Uther, el iluminado, le envió una misiva dos días antes.
Entraron al fin a la ciudad. El carruaje cruzaba el puente. Suavemente despertó a su hija.
-Nerah..vamos, despierta.. -susurraba su padre.
La joven elfa abrió los ojos, observando que ya habian llegado a Lordaeron. Esbozó una sonrisa.
-Al fin llegamos.
-Si, el viaje ha sido largo, pero al fin llegamos. -sonrió a su hija.
Ambos se apearon del carruaje viendo como dos paladines uniformados con la misma armadura que su padre vinieron en su busca.
-Nos alegra que por fin hayais llegado sir Gamaliel.
-Yo también. Porto una misiva de sir Uther, creo que quiere hablar conmigo de algo importante.
Los rostros de los humanos se tornaron serios y preocupados.
-Será mejor que nos acompañeis, os llevaremos ante él. -se detiene mirando a la elfa- Si no es mucha molestia, mejor que seais vos solo quien vayais ante Maese Uther.
Gamaliel miró a su hija que esta entendió su mirada.
-No te preocupes padre, te esperaré.
Asintió mirandola con ternura.
-Espero no tardar mucho. -le dio un beso en la frente de su hija, y se marchó junto a los demás soldados que le acompañaban.
Llegaron ante una gran patio de armas, algunos se entrenaban árduamente como infanteria. No resistió esbozar una sonrisa recordando los momentos en que por primera vez quiso ser un paladín de la luz, y los duros entrenamientos que esto conllevaba. Uther fue un maestro implacable, en ocasiones duro, pero sabia perfectamente que para ser todo un caballero paladin, se necesitaba un gran dominio de la luz y una destreza maestra al empuñar un arma.
Al entrar en la gran sala vió a su maestro. El elfo se puso en posición firme saludándole.
-Mi señor.
-Veo que al fin has llegado -hizo la misma posicion firme ante su saludo.- Tenemos nuevas órdenes del rey Terenas.
-¿qué órdenes son mi señor?
-Nos llegaron informes de que una base orca amenaza estas tierras. Nuestra misión es acabar con ellos. -su voz parecía áspera, inquietante.- Tenemos noticias de que se encuentran al este, así que partiremos lo más antes posible.
El elfo observaba al humano escudriñándole. Conocía bien a su maestro.
-Noto que hay algo que os preocupa.
Uther miró al elfo con semblante serio y preocupado.
-Si... y aunque haré lo que mi rey me ordena, tengo la sensación de que hay algo más inquietante que no precisamente los orcos. Prefiero hablar esto en confianza.
-Sabeis que podeis contar conmigo mi señor. ¿qué os preocupa?
-Hace dos dias.. antes que te enviara la misiva.. estaban reunidos algunos gobernantes de otros territorios disputando entre los problemas que podrian peligrar al reino...-Mientras Uther le contaba lo sucedido, Gamaliel le escuchó atentamente:
Cuando finalizó de explicarle lo ocurrido en la sala del trono, el elfo empezó a inquitarse en sus palabras.
-Tenéis razón en preocuparos por la situación. Ese anciano de quien habláis.. ¿sabéis quien es?
-No estoy seguro.. pero parecía un mago poderoso. Y por sus palabras, diría que algo hizo en el pasado, en el cual quería reparar su error salvándonos de algo que verdaderamente pondrá en peligro a todos. -fue hacia la mesa apurando la copa que quedaba un poco de hidromiel con la mirada perdida, meditando. - El rey ha enviado a Arthas su hijo, a las tierras del norte para comprobar si es cierto lo que decía el embajador. Por nuestro bien.. -se giró mirando al elfo que este permanecía atento escuchándole- espero que solo sea una falsa alarma.
El paladín asintió una vez con semblante preocupado. Uther se acercó a él dándole suaves palmadas en el hombro.
-Preparaos, debemos partir mañana al alba.
-Si mi señor. -hizo un saludo militar retirándose de la sala.
Buscó a su hija en la plaza de mercaderes donde se encontraba sentada en la fuente mirando a unos niños que jugaban con unas espadas de madera. Esta sonreía, desvió la mirada hacia donde se encontraba su padre levantándose. Frunció levemente el cejo al notar su inquietud. Se acercó a él con cierta preocupación.
-¿Todo bien padre?
-Mañana al alba debo partir con mi maestro al este. Se nos ha informado ciertos movimientos de la horda, debemos investigar. Tu.. quédate aquí. Tendrás ocasión de seguir con tu entrenamiento en la magia. El archimago Valadar también está aquí.
-Es extraño, también he visto a varios archimagos Kirin'tor en la ciudad mientras te esperaba. ¿ocurre algo?
-No te preocupes hija -sonrió afable intentando hacer que no se note mucho su inquietud.- nada que no se pueda resolver.
Se fueron a la taberna para pedir alojamiento antes de retirarse a descansar, cenaron un poco, explicando su hija las cosas que habia visto en la plaza mientras le esperaba, contando algún anécdota mientras este le escuchaba, pero en su interior.. sentía que algo iba a suceder, no sabía aún el qué, pero tenía una mal presentimiento, en el que perturbó su sueño durante la noche.
No quería hacer ruido. Aún no había amanecido. Meditaba en la próxima batalla y se concienciaba en que pronto deberá cruzar la espada de nuevo contra los orcos de la horda. Se ataba los brazales de placas con firmeza. A medida que iba colocándose la armadura, no podía resistir en tintineo del suave choque de las placas. Nerah se despertó viendo como su padre se preparaba.
-¿Ya te vas? -decía con voz somnolienta.
Su padre se giró al escuchar su voz quitándose de su ensimismamiento.
-No quise despertarte...
-No te preocupes padre, a fin de cuentas también quería despedirme de tí, y no como sueles hacer cada vez que vas a la batalla sobre esta hora. -se rascaba el ojo tras un bostezo mientras se incorporaba de la cama.
-Prefería darte un beso dormida antes de partir.
Esta se levantó acordándose de algo importante y buscó en la bolsa de viaje que estaba metida en un armario.
-Espera padre, no te vayas sin llevarte la piedra arcana. -dijo mientras rebuscaba en la bolsa.
-Nerah... no voy a llevarme la piedra arcana, por favor, no la busques.
-Pero... quiero que te la lleves por si te pasara algo, por favor llévatela... -le miraba con ojos suplicantes.
La piedra arcana servía para la comunicación telepática, los Kirin'tor enseñaban a como usarla a los principiantes de magia y era bastante útil incluso para el más hábil maestro.
Gamaliel miró a su hija con comprensión, aún así, su opinión no había cambiado.
-Te prometo.. que volveré sano y salvo, pero no hagas que me lleve ese trasto..
La elfa suspiró con pesadez y asintió torciendo el labio.
-Está bien... pero me lo has prometido. Vuelve sano y salvo por favor.
-Eso haré -se acercaba a su hija abrazándola con ternura dándole un beso en la frente.-hasta pronto hija, espero volver en pocos días.
-Hasta pronto..-dijo en voz baja y triste tras mirarse ambos a los ojos y recibir un caricia en la mejilla de su padre. Se alejó este hasta la puerta mirándola de nuevo, cogió su casco junto a la mesa y cerró la puerta tras de sí.
Consiguió desayunar un poco antes de salir de la Taberna, empezaba a clarear el cielo sin que el sol se levante desde el este todavía. Cogió a su caballo partiendo al trote hacia el castillo mientras Nerah, desde la ventana de la habitación, le veía marcharse.
-Regresa a salvo... -rezaba mientras le perdía de vista.
Este personaje no está en Shen'dralar, es un personaje que tengo en mi servidor y que quise darle una historia de introducción. La estoy escribiendo poco a poco, espero que os guste.
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Presentación del Personaje.
Lordaeron.
Reino donde se forjó la Alianza de los siete reinos, liderados por Lord Arathor en el que algunas razas se unieron a la causa para enfrentarse a la horda que amenazaban con invadir los reinos del Este donde residían humanos, enanos y elfos nobles, los conocidos como los Quel'dorei.
Cuando por fin fue vencida, por un giro inesperado, después de que los dos grandes lideres de la horda se separaron, fueron reducidos y confinados en varios lugares del sur de los Reinos del Este.
Con el tiempo, la alianza se iba debilitando poco a poco, dividiéndose por las disputas de territorios y la decreciente influencia política hasta que solo quedaron pocos de los reinos unidos por la causa. La mayoría de los Quel'dorei se marcharon hacia Lunargenta rescindiendo de su lealtad hacia la alianza argumentando que el pobre liderazgo de los humanos los había llevado al incendio de sus bosques durante la Segunda Guerra. El rey Terenas Menethil II luchó contra su impaciencia y les recordó a los elfos que no hubiera quedado nada de Quel’Thalas si no fuera por miles de valientes humanos que sacrificaron su vida para defenderlos. A pesar de todo, los elfos decidieron tercamente seguir con su respuesta.
Aunque la Alianza estaba en baja, el rey Terenas todavía contaba con aliados. Tanto el almirante Proudmoore de Kul Tiras como el joven rey Varian Wrynn de Azeroth permanecieron unidos a la Alianza. Además, los magos de Kirin Tor, liderados por Antonidas, prometieron el apoyo de Dalaran al rey Terenas junto con el rey de los enanos Magni Barbabronce, prometió que los enanos de Ironforge mantendrían su deuda de honor con la Alianza.
Los ojos de la joven elfa permanecían cerrados, recostada en el hombro de su padre que tiernamente la observaba mientras viajaban en un carruaje hasta Lordaeron. Habían residido durante algunos años en Ventormenta por asuntos militares.
Todos sus recuerdos de su querida Quel'thalas habían quedado atrás, sus recuerdos, sus bosques... Prefirieron que solo quedara en un recuerdo hermoso en sus mentes, y no en como sus hermanos habían decidido por decisiones egoístas apartarse de las personas que habían luchado y sacrificado sus vidas.
Gamaliel suspiraba ante un recuerdo, hermoso, pero triste. Su amada Amelia, su esposa. Años después del nacimiento de Nerah murió en la guerra, quedando solamente su hija. Era su viva imagen: Sus cabellos rojizos, la misma mirada penetrante azul celeste, incluso sus manos. Salvo la parte de la nariz hasta el mentón en el cual se apreciaba los rasgos de la familia Loren'thar. Esbozó una sonrisa al ver que se incorporaba bien en su hombro mientras dormía, dándole un cálido beso en su cabeza.
Miró hacia la derecha, contemplando que poco a poco se iban acercando a las tierras de Arathi. Lordaeron estaba cerca. Le habían llamado de un asunto urgente sobre noticias del norte muy inquietantes. Su maestro paladin Uther, el iluminado, le envió una misiva dos días antes.
Entraron al fin a la ciudad. El carruaje cruzaba el puente. Suavemente despertó a su hija.
-Nerah..vamos, despierta.. -susurraba su padre.
La joven elfa abrió los ojos, observando que ya habian llegado a Lordaeron. Esbozó una sonrisa.
-Al fin llegamos.
-Si, el viaje ha sido largo, pero al fin llegamos. -sonrió a su hija.
Ambos se apearon del carruaje viendo como dos paladines uniformados con la misma armadura que su padre vinieron en su busca.
-Nos alegra que por fin hayais llegado sir Gamaliel.
-Yo también. Porto una misiva de sir Uther, creo que quiere hablar conmigo de algo importante.
Los rostros de los humanos se tornaron serios y preocupados.
-Será mejor que nos acompañeis, os llevaremos ante él. -se detiene mirando a la elfa- Si no es mucha molestia, mejor que seais vos solo quien vayais ante Maese Uther.
Gamaliel miró a su hija que esta entendió su mirada.
-No te preocupes padre, te esperaré.
Asintió mirandola con ternura.
-Espero no tardar mucho. -le dio un beso en la frente de su hija, y se marchó junto a los demás soldados que le acompañaban.
Llegaron ante una gran patio de armas, algunos se entrenaban árduamente como infanteria. No resistió esbozar una sonrisa recordando los momentos en que por primera vez quiso ser un paladín de la luz, y los duros entrenamientos que esto conllevaba. Uther fue un maestro implacable, en ocasiones duro, pero sabia perfectamente que para ser todo un caballero paladin, se necesitaba un gran dominio de la luz y una destreza maestra al empuñar un arma.
Al entrar en la gran sala vió a su maestro. El elfo se puso en posición firme saludándole.
-Mi señor.
-Veo que al fin has llegado -hizo la misma posicion firme ante su saludo.- Tenemos nuevas órdenes del rey Terenas.
-¿qué órdenes son mi señor?
-Nos llegaron informes de que una base orca amenaza estas tierras. Nuestra misión es acabar con ellos. -su voz parecía áspera, inquietante.- Tenemos noticias de que se encuentran al este, así que partiremos lo más antes posible.
El elfo observaba al humano escudriñándole. Conocía bien a su maestro.
-Noto que hay algo que os preocupa.
Uther miró al elfo con semblante serio y preocupado.
-Si... y aunque haré lo que mi rey me ordena, tengo la sensación de que hay algo más inquietante que no precisamente los orcos. Prefiero hablar esto en confianza.
-Sabeis que podeis contar conmigo mi señor. ¿qué os preocupa?
-Hace dos dias.. antes que te enviara la misiva.. estaban reunidos algunos gobernantes de otros territorios disputando entre los problemas que podrian peligrar al reino...-Mientras Uther le contaba lo sucedido, Gamaliel le escuchó atentamente:
Cuando finalizó de explicarle lo ocurrido en la sala del trono, el elfo empezó a inquitarse en sus palabras.
-Tenéis razón en preocuparos por la situación. Ese anciano de quien habláis.. ¿sabéis quien es?
-No estoy seguro.. pero parecía un mago poderoso. Y por sus palabras, diría que algo hizo en el pasado, en el cual quería reparar su error salvándonos de algo que verdaderamente pondrá en peligro a todos. -fue hacia la mesa apurando la copa que quedaba un poco de hidromiel con la mirada perdida, meditando. - El rey ha enviado a Arthas su hijo, a las tierras del norte para comprobar si es cierto lo que decía el embajador. Por nuestro bien.. -se giró mirando al elfo que este permanecía atento escuchándole- espero que solo sea una falsa alarma.
El paladín asintió una vez con semblante preocupado. Uther se acercó a él dándole suaves palmadas en el hombro.
-Preparaos, debemos partir mañana al alba.
-Si mi señor. -hizo un saludo militar retirándose de la sala.
Buscó a su hija en la plaza de mercaderes donde se encontraba sentada en la fuente mirando a unos niños que jugaban con unas espadas de madera. Esta sonreía, desvió la mirada hacia donde se encontraba su padre levantándose. Frunció levemente el cejo al notar su inquietud. Se acercó a él con cierta preocupación.
-¿Todo bien padre?
-Mañana al alba debo partir con mi maestro al este. Se nos ha informado ciertos movimientos de la horda, debemos investigar. Tu.. quédate aquí. Tendrás ocasión de seguir con tu entrenamiento en la magia. El archimago Valadar también está aquí.
-Es extraño, también he visto a varios archimagos Kirin'tor en la ciudad mientras te esperaba. ¿ocurre algo?
-No te preocupes hija -sonrió afable intentando hacer que no se note mucho su inquietud.- nada que no se pueda resolver.
Se fueron a la taberna para pedir alojamiento antes de retirarse a descansar, cenaron un poco, explicando su hija las cosas que habia visto en la plaza mientras le esperaba, contando algún anécdota mientras este le escuchaba, pero en su interior.. sentía que algo iba a suceder, no sabía aún el qué, pero tenía una mal presentimiento, en el que perturbó su sueño durante la noche.
No quería hacer ruido. Aún no había amanecido. Meditaba en la próxima batalla y se concienciaba en que pronto deberá cruzar la espada de nuevo contra los orcos de la horda. Se ataba los brazales de placas con firmeza. A medida que iba colocándose la armadura, no podía resistir en tintineo del suave choque de las placas. Nerah se despertó viendo como su padre se preparaba.
-¿Ya te vas? -decía con voz somnolienta.
Su padre se giró al escuchar su voz quitándose de su ensimismamiento.
-No quise despertarte...
-No te preocupes padre, a fin de cuentas también quería despedirme de tí, y no como sueles hacer cada vez que vas a la batalla sobre esta hora. -se rascaba el ojo tras un bostezo mientras se incorporaba de la cama.
-Prefería darte un beso dormida antes de partir.
Esta se levantó acordándose de algo importante y buscó en la bolsa de viaje que estaba metida en un armario.
-Espera padre, no te vayas sin llevarte la piedra arcana. -dijo mientras rebuscaba en la bolsa.
-Nerah... no voy a llevarme la piedra arcana, por favor, no la busques.
-Pero... quiero que te la lleves por si te pasara algo, por favor llévatela... -le miraba con ojos suplicantes.
La piedra arcana servía para la comunicación telepática, los Kirin'tor enseñaban a como usarla a los principiantes de magia y era bastante útil incluso para el más hábil maestro.
Gamaliel miró a su hija con comprensión, aún así, su opinión no había cambiado.
-Te prometo.. que volveré sano y salvo, pero no hagas que me lleve ese trasto..
La elfa suspiró con pesadez y asintió torciendo el labio.
-Está bien... pero me lo has prometido. Vuelve sano y salvo por favor.
-Eso haré -se acercaba a su hija abrazándola con ternura dándole un beso en la frente.-hasta pronto hija, espero volver en pocos días.
-Hasta pronto..-dijo en voz baja y triste tras mirarse ambos a los ojos y recibir un caricia en la mejilla de su padre. Se alejó este hasta la puerta mirándola de nuevo, cogió su casco junto a la mesa y cerró la puerta tras de sí.
Consiguió desayunar un poco antes de salir de la Taberna, empezaba a clarear el cielo sin que el sol se levante desde el este todavía. Cogió a su caballo partiendo al trote hacia el castillo mientras Nerah, desde la ventana de la habitación, le veía marcharse.
-Regresa a salvo... -rezaba mientras le perdía de vista.
Última edición por Presea el Mar 24 Mar 2009 - 16:39, editado 2 veces
Presea- En La Brecha
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Re: [Introduccion del personaje] Nerah: El Exilio de una Quel'dorei
Muy chula la historia Pre
Sayax- Maestro de Lore
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Re: [Introduccion del personaje] Nerah: El Exilio de una Quel'dorei
Sayax escribió:Muy chula la historia Pre
Me falta aún, si no he escrito nah.. tengo que continuarla. Pero voy a ratos.
Presea- En La Brecha
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Fecha de inscripción : 28/01/2009
Re: [Introduccion del personaje] Nerah: El Exilio de una Quel'dorei
Jajaja muy biens! así me gusta, a trabajá!! pero yo... quiero otra historia también eh?
Sayax- Maestro de Lore
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Re: [Introduccion del personaje] Nerah: El Exilio de una Quel'dorei
Mola, y el video no podria haber venido mejor.
Pero si es peliroja es aaaaaaaaaleeeee *____*
xDDDD
Pero si es peliroja es aaaaaaaaaleeeee *____*
xDDDD
Alëyah- Soy MUY Cansino
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