[La Guarida de Onyxia] Una batalla que recordar... (Parte 1)

“ Escuchad, ahora os voy a contar,
Una leyenda que os cautivara,
Acercaos, el gran grupo partió,
A enfrentarse con el cruel dragón... “

Así resonaba la melodía que cantaba el joven bardo en el centro de la plaza central de Orgrimmar.
Se hacia raro escuchar una historia contada de esa manera, en la que tu eres uno de protagonistas.

Si bien el relato del elfo no era fiable del todo, si que tenia parecidos con lo que ocurrió en realidad...

Una realidad que seguramente no olvidare jamás...

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- ¡Moveos de una maldita vez! - grito Askeliet a sus compañeros - Odio esta maldita ciénaga...cuanto antes acabemos mejor.

-Ya habéis oído al gruñón, portémonos bien y no le hagamos enfadar... -decía Näyade con un tono burlesco mientras caminaba hacia la entrada de la guarida -.

El aire parecía tornarse espeso a la par que el grupo se adentraba en la oscuridad... Un fuerte olor a azufre emanaba de todas partes.

-Y...que se supone que hemos venido a hacer a este horrible lugar? -balbuceó Ewïlan-

-Bien, aprovecharé para recordárselo a todo el mundo -dijo Nyte resoplando-, Prestad atención porque no lo volveré a repetir, y un simple fallo de cualquiera de nosotros...podría ocasionar lo peor...

Estamos aquí para dar caza a uno de los dragones más temibles sobre la faz de Azeroth. Onyxia, la Madre del Linaje del Vuelo Negro...
En Orgrimmar ofrecen una suculenta recompensa por su cabeza, y nosotros vamos a cobrarla.

Podría explicaros mas cosas per....

Un ruido ensordecedor interrumpió a la Paladina. . Fuertes pasos resonaban en el pasillo contiguo al que se encontraban. El estruendo se acercaba por instantes al grupo, el cual tomaba sus armas preparándose para una posible batalla. De repente, la pared de la gruta cedió, descubriendo a un Dragonante con una enorme lanza.

- ¡Askeliet! -gritó Sayax mientras esquivaba con una voltereta la embestida de la bestia-.

El escudo del Paladín comenzó a emitir un fuerte brillo dorado, y este lo lanzo con fuerza hacia el enemigo, incrustándolo en su armadura pectoral. Acto seguido se abalanzo sobre la criatura dando un potente salto, recuperando su escudo mientras ponía a salvo al resto del grupo.

- ¡Atrás bestia inmunda! - bramaba el Elfo mientras hacía retroceder al dragón -

-Esperad... ¡ahora! - indicó Itachi al resto del grupo a la vez que descargaba una potente flecha dirigida con precisión al cuello de la feroz bestia -

En tan solo un movimiento casi imperceptible, los dos picaros acuchillaban al enemigo por la espalda sin piedad, causándole graves daños. En ese momento de vulnerabilidad, Calipzo aprovecho para rebanar de un golpe la cabeza de este.

En apenas unos segundos la refriega había terminado.

- ¿Algún herido?... Porque para una tontería como esta vendaros vosotros mismos! - dijo Nyte mientras se reía -

-No tiene remedio... -susurró Sayax llevándose la mano a la cara -.

Los valientes continuaron su descenso por las calurosas y asfixiantes grutas, silenciosos, con cuidado de no atraer la atención de ningún otro ser.

Tras unos minutos, llegaron a lo que parecía una enorme sala circular, lleva de grietas. El ambiente que se respiraba emanaba odio y rabia por igual. La temperatura era casi inaguantable.

-Ca...casi no puedo respirar... - murmullo Ekavali entre palabras ahogadas -.

- Dejádmelo a mí - contestó Askeliet -

El Paladín murmuró unas palabras y un aura color rojo vivo se pudo ver posada bajo el. De repente el grupo pudo respirar con alivio una vez más ahora aclimatados al ambiente.

Sin tiempo a pronunciar una sola palabra más, un rugido inundo la sala, sobresaltando a los intrépidos visitantes. De la parte superior, descendió un dragón de tamaño y fiereza inimaginables, mirando fijamente a los componentes de aquella batida.

-¡Rápido, es Onyxia! Moveos! -exclamó Nyte sobresaltada -
¡Askeliet, Sathael!, encargaos de mantenerla ocupada!
¡Ekavali, ayudame a mantener a todo el mundo a salvo!
El resto ya sabeis que teneis que hacer... -sonrio la Elfa-.

El Paladín y el Caballero de la Muerte avanzaron con decisión hacia la criatura, seguidos del resto.

Onyxia lanzaba por los aires a Askeliet cada dos por tres, empujándole hasta que una pared lo impidió.

-¡Ahora! -bramó el Paladín-.

A su señal, Sayax, Näyade y Calipzo se colocaron a un lado del dragón, esquivando los violentos coletazos que este propinaba y atacando a puntos vitales.

Acto seguido, itachi, Ewïlan y Namine cargaron sin piedad con hechizos de toda clase, debilitando a la bestia más y más.

Ekavali entonaba cánticos ancestrales, sanando así las heridas que el monstruo pudiera ocasionar.

Por otro lado, Nyte, sentenciaba con el poder de la Luz al dragón, proporcionando ayuda a sus aliados, e imbuía a estos últimos con protecciones de Luz.

Pasado un tiempo, Onyxia giró sobre si misma, alejándose, y después de un rugido ensordecedor, una espantosa y monstruosa voz grito:

¡Me he cansado de este estupido juego! Os incinerare a todos desde el aire!

Dicho esto, se elevo dentro de la gruta, batiendo sus alas violentamente.
De repente, la sala se inundo de un sonido quebrantadizo. Algo se había escapado a la percepción del grupo.
Cientos de huevos poblaban la parte inferior de la sala, y muchos de ellos comenzaban a eclosionar.

¡Son sus crías! - exclamo Namine!

Decenas de pequeños dragones se acercaban veloces a la banda. Podía oírse sus quejidos y el ruido de sus mandíbulas cerrándose sobre si mismas con una fuerza descomunal.

-¡Askeliet!, Sathael! Encargaos de que no lleguen hasta nosotros....o estamos acabados !!! -dijo con preocupación la Paladina......... -